El legado de un pintor versátil y apasionado

Karla Gómez Noticias

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) se unieron en un emotivo homenaje póstumo al destacado pintor chiapaneco, Enrique Estrada, quien falleció el pasado 3 de agosto. La sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes se convirtió en el escenario de este sentido tributo, que reunió a familiares, amigos, expertos y amantes del arte para recordar la trayectoria y el impacto de este artista en la escena artística mexicana contemporánea.

El homenaje estuvo presidido por la coordinadora nacional de Artes Visuales, Lluvia Sepúlveda, en representación de la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López. Sepúlveda elogió el «extraordinario viaje artístico» de Enrique Estrada, destacando su versatilidad y compromiso al explorar diversos medios, soportes y estilos artísticos. Estrada trascendió las fronteras de la convención, dejando una huella única en la escena artística contemporánea de México.

El homenaje se abrió con un emotivo testimonio escrito por el propio Enrique Estrada, leído por su familiar Erik Estrada. En sus palabras, el artista expresó su profunda conexión con el arte, que había sido su vida, su compañero y su refugio. Estas palabras sirvieron como una ventana a la mente y el corazón de Estrada.

Durante el evento, se proyectó un video-semblanza preparado por la familia de Enrique Estrada, que destacó su profundo amor por el arte y su dedicación a su obra. Estrada vivió para crear y dejó una extensa obra que sorprende por su técnica y su impacto.

Miriam Kaiser, gestora cultural y amiga del artista, lo describió como un «artista mexicano en el más amplio sentido de la palabra.» Destacó que no solo creó su obra, sino también la ejecutó con una maestría que buscaba impactar al espectador de manera contundente. Hizo hincapié en la habilidad de Estrada para el retrato, mencionando su aclamado retrato de Gabriel García Márquez, que el propio autor consideró «magistral» y «más auténtico y original» que cualquier otro.

Juan Inés Abreu compartió su «boceto de amistad» con Enrique Estrada, describiéndolo como un «alma renacentista que nació 500 años después en el Continente Americano.» Destacó su pasión por el conocimiento y el arte, convirtiéndolo en un pensador y artista talentoso. Estrada vivió su vida y creó su obra con una pasión contagiosa por el conocimiento y la experimentación.

A través de una conexión remota, el promotor y gestor cultural, Walther Boelsterly, recordó sus conversaciones con Enrique Estrada sobre las técnicas pictóricas, que los llevaron a una estrecha amistad. Hizo un llamado a la revaloración y difusión de la obra de Estrada, comprometiéndose a darle el lugar que merece en el contexto de la plástica nacional.

El crítico de arte y curador, Erik Castillo, reflexionó sobre la ausencia que todos los seres humanos enfrentan. Con respecto a Enrique Estrada, lo describió como un artista «articulado» y «un rara avis» que podía ser un gran conversador y, al mismo tiempo, un creador que trabajaba en silencio durante horas y años. Estrada era capaz de ser él mismo, de escapar a las etiquetas y crear obras maestras que perdurarán en la memoria colectiva.

La hija del artista, Rebeca Estrada, ofreció un «retrato hablado» de su padre, describiéndolo como un hombre estricto y dedicado a su trabajo, pero también como alguien dispuesto a compartir sus conocimientos. Destacó su mirada curiosa e ingenua, su ternura, y la profunda relación entre padre e hija, una hija que lo ama y siente su ausencia cada día.

Foto: Cortesía.

Pie de foto: La hija del artista, Rebeca Estrada, ofreció un «retrato hablado» de su padre.