Su obra se ha exhibido en los recintos culturales más importantes del país

Karla Gómez  Noticias

El 7 de octubre marcó el primer aniversario del fallecimiento del renombrado arquitecto, escultor y escritor mexicano Fernando González Gortázar, quien este 19 de octubre habría cumplido 81 años de vida. Su influencia perdura en la cultura de México, especialmente en el ámbito de la arquitectura, donde dejó una huella profunda y duradera.

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) se unen para recordar a este maestro cuya obra y pensamiento siguen iluminando el panorama cultural de México. González Gortázar recibió la Medalla Bellas Artes del Inbal en 2014, así como la Medalla José Clemente Orozco del gobierno de Jalisco. A lo largo de su carrera, obtuvo prestigiosos galardones como el Gran Premio Henry Moore del Hakone Open-Air Museum de Japón en 1989, el Premio América de Arquitectura en 2009 y el Nacional de Ciencias y Artes en 2012, en el rubro de Bellas Artes.

Su obra se ha exhibido en los recintos culturales más importantes del país, incluyendo el Palacio de Bellas Artes y el Museo de Arte Contemporáneo Internacional Rufino Tamayo. Además, museos como el Nacional de Arte, el Museo Tamayo y el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez albergan en sus acervos permanentes obras del arquitecto, pintor y escultor.

Fernando González Gortázar nació en 1942 en la Ciudad de México, pero su corazón se autodenominaba jalisciense de Guadalajara. Ambas ciudades fueron destinatarias de su afecto, lo que se reflejó en su obra artística y arquitectónica.

Estudió arquitectura y artes plásticas en Guadalajara, donde fue alumno de la ilustre figura de Luis Barragán. Mantuvo una relación única entre la arquitectura y las artes plásticas, destacando su profunda preocupación por lo urbano, lo que marcó su pensamiento crítico, ético y estético.

La obra de González Gortázar se caracteriza por la fusión de diversas disciplinas artísticas y perspectivas, reflejada en su interés por mejorar la arquitectura urbana y la construcción de viviendas dignas y espacios vitales para sus habitantes. Destacan en su trabajo la estética del espacio y la forma, junto con el uso de la luz, el color y materiales que transmiten la identidad cultural de México.

Su tesis académica, «Monumento Nacional a la Independencia,» presentada en 1966, marcó el punto de partida para la integración de la arquitectura, la escultura y el monumento en un esfuerzo por renovar las concepciones del urbanismo y el paisajismo. Su inspiración provino de la arquitectura monumental prehispánica, y uno de sus principales objetivos fue preservar la herencia histórica-cultural y el patrimonio natural y ecológico de México.

En una entrevista realizada en 2012, González Gortázar compartió: «Las consideraciones que tomo en cuenta para el diseño de un espacio público son exactamente las mismas para un espacio privado: el entorno, la escala, la función, los materiales, la naturaleza y, algo que es clave para mí, el movimiento del espectador, es decir, el movimiento de quien habita ese espacio. Creo en la arquitectura responsable, ajena a cualquier trivialidad o moda, o a cualquier delirio de grandeza o exhibicionismo. Creo en una arquitectura simultáneamente creativa y de servicio. Creo en una arquitectura elocuente.»

Al recibir el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara en 2013, expresó su firme creencia en la ciudad como la mayor invención del espíritu humano, destacando su capacidad para acercar la felicidad a quienes la habitan.

Fernando González Gortázar dejó un legado perdurable en la arquitectura y la cultura de México, un año después de su partida. Su influencia continúa iluminando el camino de las generaciones presentes y futuras en el país. Su vida y obra son un testimonio de su dedicación y amor por México y su patrimonio cultural.

Foto: Cortesía.

Pie de foto: Fernando González Gortázar dejó un legado perdurable en la arquitectura y la cultura de México.