En el centro del relato está Lupita, una novia en espera dentro de un salón de belleza

Karla Gómez NOTICIAS

Con una propuesta fresca, crítica y profundamente humana, la obra Esto no es Balún Canán, es nuestro eterno femenino toma los escenarios para rendir homenaje a Rosario Castellanos, una de las voces más potentes de la literatura mexicana del siglo XX, en el marco del centenario de su natalicio. Dirigida por Darwin Castillo, actor y docente, la puesta en escena es una adaptación libre y satírica de El eterno femenino, y es interpretada por jóvenes estudiantes del Bachillerato del ICAHCH, quienes dan vida a los arquetipos, contradicciones y esperanzas de las mujeres mexicanas.

En el centro del relato está Lupita, una novia en espera dentro de un salón de belleza. Nerviosa, ilusionada, atrapada entre sueños personales y mandatos sociales, Lupita se convierte en el hilo conductor de una serie de cuadros escénicos que, con humor e ironía, cuestionan los roles impuestos a las mujeres a lo largo de la historia: la esposa abnegada, la madre ejemplar, la seductora, la mártir, la feminista, la mujer “ideal”.
“Mi intención siempre ha sido que la atención del público no esté en la escenografía, sino en la interpretación y talento de las actrices y actores”, afirma Darwin Castillo. Esta decisión artística permite que el espectador conecte con la fuerza expresiva del elenco, que, pese a su juventud, asume con sensibilidad y compromiso los matices de un texto que sigue siendo vigente.

La obra mantiene el tono fársico de la original, empleando la comedia como un espejo que refleja lo absurdo de ciertos mandatos sociales. Pero también conmueve, pues en medio de la risa se revelan verdades profundas sobre la identidad, el cuerpo, el deseo y la lucha por la autonomía.
La elección de jóvenes actores para encarnar estas voces femeninas del pasado y del presente no es casual: representa un acto simbólico en el que nuevas generaciones toman el relevo de una tradición crítica y feminista que Rosario Castellanos inauguró con valentía. En sus palabras, y ahora en sus cuerpos, resuena la pregunta que recorre la obra: ¿Qué significa ser mujer?

Con esta puesta en escena, El eterno femenino se resignifica, no como una pieza del pasado, sino como una obra viva que continúa dialogando con quienes cuestionan, sueñan y transforman.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: Dirigida por Darwin Castillo, actor y docente, la puesta en escena es una adaptación libre y satírica de El eterno femenino.