Una reflexión irónica sobre la salud mental y las relaciones familiares
Karla Gómez NOTICIAS

En el Auditorio General del Centro Cultural de Chiapas Jaime Sabines, se proyectó Simón de la Montaña, la ópera prima del cineasta argentino Federico Luis Tachella. Esta película, cargada de ironía y reflexiones profundas, explora el complejo terreno de la salud mental, la identidad y los lazos familiares, moviéndose entre la desilusión y la esperanza, mientras invita al espectador a cuestionar la verdad detrás de las máscaras que usamos en nuestra vida cotidiana.
La trama sigue a Simón, un joven que decide adoptar una «máscara» para simular ser discapacitado, lo que desvela no solo las contradicciones entre la apariencia y la realidad, sino también las complejidades de las patologías mentales. En su intento por jugar a ser otro, Simón pone al descubierto las debilidades y limitaciones de aquellos que realmente enfrentan tales diagnósticos, mientras demuestra cómo las identidades son tan cambiantes como las máscaras que nos ponemos.
La película toma como base una famosa cita de Friedrich Nietzsche: “dale una máscara a una persona y te dirá la verdad”. Esta reflexión filosófica sobre el uso de las máscaras en nuestras interacciones sociales se convierte en un eje central de la historia, al revelar cómo los personajes, a través de sus muecas y apariencias, dejan ver la verdad detrás de su fachada. Simón, al modificar su comportamiento para encarnar a otro, expone las distorsiones de la percepción y las complejidades inherentes a los trastornos mentales.
La máscara de Simón no solo desencadena un conflicto interno con su identidad, sino que también afecta su relación con su madre. A través de su comportamiento perturbador, Simón altera la dinámica familiar, especialmente en la relación de su madre con su nueva pareja. Este conflicto desencadena una confrontación que va más allá del simple malestar, revelando una negación de la realidad por parte de la madre, quien no puede aceptar la verdad detrás de la transformación de su hijo.
La película invita al espectador a reflexionar sobre su propia identidad y sus relaciones, sugiriendo que, al igual que los personajes, todos somos actores en una representación constante. “Cada una de las balas que les disparan van dirigidas a nosotros”, señala Tachella, sugiriendo que el drama y los dilemas internos de los personajes no son solo parte de una historia distante, sino una reflexión sobre cómo nos relacionamos con nuestras propias verdades y con las verdades de los demás.
Simón de la Montaña es más que una película sobre salud mental o relaciones familiares. Es una propuesta cinematográfica que nos obliga a cuestionar cómo nos presentamos ante el mundo, y cómo las máscaras que usamos pueden ocultar o revelar más de lo que creemos. En su exploración de la desilusión y la esperanza, Tachella crea una obra que toca las fibras más profundas de la identidad humana, invitando a la reflexión y al cuestionamiento sobre las realidades que nos rodean.
Foto: Cortesía
Pie de foto: Es una propuesta cinematográfica que nos obliga a cuestionar cómo nos presentamos ante el mundo.