Karla Gómez NOTICIAS

Durante 2024, el Ayuntamiento de Veracruz, en coordinación con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), emprendió un ambicioso proyecto de rescate integral del Centro Histórico, que ha permitido descubrir vestigios arqueológicos clave para reconstruir más de cinco siglos de historia urbana, social y cultural. A través de obras de modernización en avenidas principales como Independencia y 5 de Mayo, se han revelado estructuras y materiales que dan cuenta de los diversos periodos de ocupación y transformación de esta emblemática ciudad portuaria.
La arqueóloga Judith Hernández Aranda, responsable del salvamento arqueológico, detalla que los trabajos abarcan más de 970 metros lineales y que cada tramo abierto ha sido una ventana al pasado. Las excavaciones han acompañado la sustitución de infraestructura subterránea —agua potable, drenaje, electricidad y fibra óptica—, dando paso al hallazgo de cimentaciones coloniales, fragmentos cerámicos, huesos y otros materiales que narran la vida cotidiana desde el siglo XVI hasta la actualidad.
Uno de los hallazgos más significativos ocurrió cerca del Templo de Nuestra Señora de los Dolores, mejor conocido como La Pastora. Allí se localizaron restos arquitectónicos asociados a la antigua Puerta de México, una de las entradas principales a la ciudad amurallada durante la época virreinal. Esta puerta conectaba el puerto con el camino hacia la Ciudad de México, y su hallazgo confirma la importancia estratégica y simbólica del acceso terrestre a Veracruz.
Otros descubrimientos recientes incluyen muros que posiblemente formaron parte de antiguos cuarteles y una prisión militar, así como niveles de piso superpuestos por el tiempo. Destaca un estrato de principios del siglo XX que, al ser removido, reveló huesos de bovino fracturados intencionalmente. Estos restos, usados como relleno estructural, reflejan prácticas de construcción alternativas debido a la escasez de piedra, y también dan cuenta de la economía y organización de la ciudad en distintas épocas.
Aunque la mayoría de los hallazgos son fragmentarios —pedazos de cerámica, vidrio, hueso y otros materiales descartados como basura—, su valor arqueológico es inmenso. Según Hernández Aranda, cada tiesto y cada fragmento ayuda a comprender los hábitos de consumo, las rutas comerciales, las tecnologías empleadas y hasta los gustos estéticos de las diferentes generaciones que han habitado la ciudad. La basura del pasado se convierte, así, en testimonio de una historia compleja y continua.
Los materiales recuperados son limpiados, marcados y catalogados en la Ceramoteca del Centro INAH Veracruz, donde se preservan como parte del patrimonio histórico de la nación. Gracias a este proyecto, el suelo de Veracruz se ha transformado en una especie de libro abierto, cuyas páginas estaban ocultas bajo el asfalto y ahora comienzan a contarnos, con precisión y detalle, la historia de una ciudad construida entre muros, huesos y memorias.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: Los materiales recuperados son limpiados, marcados y catalogados en la Ceramoteca del Centro INAH Veracruz.
