Pablo Esquinca, lector de Garduño destacó que hay una deuda grande con la reunión de la obra de Raúl Garduño, ya que no hay volumen que reúna y fije la totalidad del corpus de la obra

Isabel Nigenda Noticias

Foto: Isabel Nigenda.Pie de foto: Raúl vivió la vida a bocanadas y con prisas.

A 42 años del fallecimiento del poeta Raúl Garduño (20 de noviembre de 1945/ 27 de mayo de 1980), el Centro Cultural de Chiapas Jaime Sabines realizó un homenaje que celebró la vida y obra del autor de Los espacios danzantes estatuarios.
Pablo Esquinca, lector de Garduño destacó que hay una deuda grande con la reunión de la obra de Raúl Garduño, ya que no hay volumen que reúna y fije la totalidad del corpus de la obra.
Por ello, resaltó que la ausencia del material de lectura, “es una deuda imperdonable para el estado. Joaquín Vázquez Aguilar y Raúl Garduño, más allá de sus trágicos decesos marcaron un cisma en la producción poética de la entidad”.
Citando a la poeta Elva Macías, Esquinca dijo que Raúl vivió la vida a bocanadas y con prisas. Así también compartió que, por testimonios directos de quienes fueron sus amigos, Raúl era un esteta de la palabra oral y escrita, en su búsqueda permanente por la belleza, guardaba silencio en el transcurso de las conversaciones diarias para emitir con su palabra ardiente las estancias del habla cotidiana.
En cuanto a la recepción crítica de su obra, mencionó que son muchos que con admiración y cariño han revisitado su escritura: Elva Macías, Jesús Morales Bermúdez, Angélica Valero, Francisco Álvarez y Gustavo Ruiz Pascacio.
“Cuando el poeta tenía 16 años, en la revista ICACH, Òscar Oliva advertía la voz poética de Garduño, porque es una poesía que busca, que persigue a la realidad y sólo encuentra hombres desesperados, dolor de estrellas altas; no encuentra, hace como que encuentra, se hunde en lo oscuro, en la niebla de su imaginación que es su realidad”.