El arqueólogo Phil C. Weigand ha identificado al menos mil sitios que datan de la época temprana de la cultura Teuchitlán

Isabel Nigenda Noticias

Foto: Cortesía. – «La tradición funeraria de las tumbas de tiro en Jalisco».

En un emocionante avance para la arqueología en Jalisco, por primera vez en tres décadas de estudios en el área central de ese estado mexicano, se ha logrado establecer una conexión entre los antiguos lugares dedicados a la muerte, en particular las tumbas de tiro, y los espacios vitales de la cultura Teuchitlán, que tuvo presencia en la región durante siete siglos, desde el 300 a.C. hasta el 400 d.C.
La coordinadora nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Martha Lorenza López Mestas Camberos, presentó estas reveladoras conclusiones durante su participación en el ciclo «La arqueología hoy» organizado por El Colegio Nacional (Colnal), bajo la coordinación del investigador del INAH y miembro del Colnal, Leonardo López Luján.
En su ponencia titulada «La tradición funeraria de las tumbas de tiro en Jalisco», la especialista destacó que el arqueólogo Phil C. Weigand ha identificado al menos mil sitios que datan de la época temprana de la cultura Teuchitlán en la zona central de Jalisco. Sin embargo, estos sitios se ven amenazados por la expansión urbana de Guadalajara y la extensiva siembra de agave. A lo largo del tiempo, arqueólogos, antropólogos forenses, geólogos y biólogos han contribuido a comprender el patrón de asentamientos complejos que se encuentran alrededor del volcán de Tequila.
Durante los periodos Preclásico Tardío y Clásico Temprano (300 a.C. – 400 d.C.), la competencia entre diferentes señores habría impulsado la construcción de sitios con arquitectura monumental en áreas elevadas o protegidas. Mientras la mayoría de las unidades habitacionales se concentraban en los alrededores de estos sitios, algunas unidades domésticas y complejos más grandes se distribuían en el valle, cerca de las áreas de producción.
Entre los sitios registrados se encuentran centros cívico-ceremoniales como Santa Quiteria, terrazas agrícolas en el Peñón de Santa Rosalía (donde también se localiza un Juego de Pelota) y estructuras arquitectónicas conocidas como «guachimontones», que son contemporáneas a las tumbas de tiro.
López Mestas señaló que las tumbas de tiro, así llamadas por los conductos en la superficie que llevan a una o varias cámaras funerarias en el subsuelo, deben considerarse también como arquitectura monumental debido al trabajo invertido en su construcción. Algunas de estas tumbas han sido encontradas a dos metros de profundidad, pero otras se extienden hasta los ocho metros, lo que implicó cavar en la compacta toba volcánica con herramientas rudimentarias. «Esto requirió planificación, no se realizaba una vez que la persona fallecía», destacó la especialista.