Karla Gómez NOTICIAS

A las 12:00 horas, las y los chiapanecos buscan una bebida que les otorgará un momento de disfrute. Con hielo o sin hielo, servido en vasos que antes fueron veladoras o jícaras, degustan de un refrescante pozol blanco o de cacao, acompañado de pedazos de manguito verde y cacahuates, u otros más prefieren comerlo con pan o nuegaditos.
Esta tradicional bebida pertenece al patrimonio cultural de sus habitantes, que comparten el gusto por la bebida de maíz blanco cocido y molido, batido en agua con la mano.
De acuerdo a textos del cronista José Luis Castro Aguilar, los indígenas chiapanecos (mayas, zoques y chiapanecas) preparaban una bebida refrescante y nutritiva compuesta de masa de maíz cocido, cacao y granos de pochoti, misma que la denominaban pochotl.
“Con el tiempo, esta palabra fue transformada por los españoles en pozol, como se le conoce actualmente. El pozol era preparado por mujeres: en un jicalpestle con agua disolvían con la mano derecha una bola de masa de maíz cocido hasta que quedaba totalmente disuelta. A la masa se le agregaba cacao (cacáhuatl en azteca) y semillas de pochotl molidas. El maíz blanco (tlaolli) era cocido en agua de cal apagada, le quitaban la cáscara y lo molían en mortero de madera o en metate (metlatl, piedra de moler)”, refiere.
Debido a su importancia, cada 18 de marzo se celebra el Día del Pozol, que de acuerdo a datos su consumo data desde la época prehispánica.
“Su consumo entre la población tenía fama, porque se decía que era una bebida refrescante y energética; posteriormente se le empezó a tomar con azúcar y hielo (1908), en las ciudades de Tuxtla Gutiérrez, Tapachula, San Cristóbal Las Casas y Comitán.
En los mequés (fiesta zoque) que se celebraban en la casa de los mayordomos o priostes en honor de algún santo o virgen se tomaba pozol de cacao frío, pero sin dulce”, resalta en su crónica.

Foto: Karla Gómez
Pie de foto: El pozol, una bebida refrescante.