De acuerdo al Museo Regional de Chiapas, los espejos en la tradición mesoamericana poseen una función ritual, adivinatoria y de contacto con las fuerzas sobrenaturales
Karla Gómez NOTICIAS

En el marco del 86 aniversario del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Museo Regional de Chiapas exhibe la pieza del mes: Espejos rituales de pirita en Chiapas.
De acuerdo al Museo Regional de Chiapas, los espejos en la tradición mesoamericana poseen una función ritual, adivinatoria y de contacto con las fuerzas sobrenaturales, ya que tienen una amplia distribución y temporalidad en la élite, así como una diversidad en los materiales de elaboración.
“En la exhibición se observan dos espejos; uno proveniente de la cripta funeraria de un noble de Bonampak, el cual presenta una excelente estado de conservación”, indica.
Mientras que, el Segundo espejo circular, es de un entierro importante de Tenám Puente, aunque presenta cierto grado de deterioro, al igual que al espejo de Chiapa de Corzo, pues el contacto con la humedad provocó la oxidación del mineral.
Asimismo, durante el período Clásico Temprano (200-600 d.C.), fue Teotihuacán el que inicia con la fabricación de espejos de pirita circulares de mayor tamaño, hechos con múltiples piezas o teselas perfectamente armados y pegados principalmente sobre un soporte de roca arenisca o pizarra.
“Desde la gran metrópoli se irradia este estilo a regiones tan lejanas como Arizona (EUA) o Panamá, por lo que es entendible su presencia en el área maya, sobre todo en las llamadas tierras bajas que abarcan Chiapas, Tabasco, el sur de Campeche y Quintana Roo, así como el Petén Guatemalteco, ya que la influencia teotihuacana fue notoria en esa época, imponiendo modas e ideas a larga distancia”, sostiene.
El Museo puntualizó al señalar que la caída de Teotihuacan no fue impedimento para que los mayas siguieran produciendo sus espejos durante el Clásico Tardío y Terminal (600-900 d.C.).
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: El Museo puntualizó al señalar que la caída de Teotihuacan no fue impedimento para que los mayas siguieran produciendo sus espejos durante el Clásico Tardío y Terminal (600-900 d.C.).