En el marco del Día Internacional de la Danza, los aplausos no solo retumbaron en el escenario, sino también en el corazón de Víctor Manuel Torres Velázquez
Karla Gómez NOTICIAS
En el marco del Día Internacional de la Danza, los aplausos no solo retumbaron en el escenario, sino también en el corazón de Víctor Manuel Torres Velázquez, quien fue homenajeado por su incansable labor como promotor cultural y figura clave en el desarrollo de la danza folclórica en Chiapas. Arquitecto de formación y bailarín por pasión, hoy, ya jubilado, sigue vibrando al ritmo de la tradición.
“Realmente muy emocionado”, compartió conmovido tras recibir el reconocimiento. “Es un reconocimiento que siempre he considerado debe entregarse en vida, a quienes han aportado a nuestra cultura. En vida, hermano, como decía alguien por ahí… y eso para mí es una gran satisfacción”.
Desde 1970, cuando dio sus primeros pasos como bailarín, Torres Velázquez ha transitado una trayectoria firme y comprometida. Su participación en el Mundial de Folclor en 1972, y su paso por el INJUVE, marcaron el inicio de una carrera que se volvió tan constante como apasionada. Aunque las condiciones económicas impidieron su formación profesional fuera del estado, eso no frenó su impulso. Con dedicación, tomó talleres, cursos y logró consolidar una preparación sólida que lo llevó a dirigir el Departamento de Danza de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH).
“Soy arquitecto de profesión, pero promotor cultural he sido prácticamente toda mi vida. Tan es así que puedo decir que para mí la danza es arquitectura en movimiento, y la arquitectura es danza estática”, expresó con orgullo.
Más allá del escenario, la danza le dio lo más valioso: su familia. “A mi esposa la conocí en la danza; ya vamos a cumplir 50 años de casados”, comentó entre risas. Sus hijos también heredaron el amor por el folclor: uno es director del Ballet Folclórico de la UNACH, y la otra dirige el grupo “Raíces de mi Tierra” en la Prepa 6.
Para él, la danza folclórica es más que una expresión artística; es identidad, es historia viva. “He tenido la oportunidad de estar en Estados Unidos, en Suiza, en España, y cuando interpretamos los bailes de nuestro querido México y de Chiapas… impactamos. Nuestra danza tiene una riqueza enorme”.
Aunque no puede elegir una coreografía favorita, guarda especial cariño por las creaciones de la maestra Martha Arévalo de Alaminos, a quien considera una figura central en su formación artística. “Ella fue quien me invitó a participar en la UNACH, y nos dejó un legado de casi 50 coreografías que seguimos difundiendo por todo el país y el mundo”.
Al hablar de las danzas chiapanecas, su voz se llena de entusiasmo. Recuerda especialmente “El Rito”, una coreografía que narra el simbólico encuentro de una pareja de enamorados. “El cántaro roto representa mucho más que una vasija; simboliza el agua como dadora de vida… y aún así, el amor triunfa”, relata con brillo en los ojos.
Con casi cinco décadas dedicadas al arte y a la enseñanza, su mensaje a los jóvenes es claro: “Que se enamoren de la danza. Que participen. Es algo maravilloso, nos aleja de los vicios, nos acerca a nuestras tradiciones y nos une como comunidad”.
Con el legado asegurado en sus hijos y alumnos, Víctor Manuel Torres Velázquez mira hacia el futuro con esperanza y gratitud. “Si no es conmigo, será con los que han estado trabajando conmigo. La danza sigue, la danza vive”.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: La danza folclórica es más que una expresión artística; es identidad, es historia viva.