Un libro de Jonatan Rodas

Isabel Nigenda
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“El libro Itinerarios Bestiales se compone de varios relatos en su mayoría protagonizados por animales: perros, gatos principalmente, como un elefante, un colibrí y un tlacuache. También habla sobre seres humanos que, al igual que los animales, dan cuenta de sus trayectorias, sus itinerarios para sorprenderse consigo mismos”, menciona en entrevista Jonatan Rodas.
Se trata de un libro pequeño, 93 páginas cortas que incluyen ilustraciones. Fue publicado por la editorial independiente Parutz Editorial. Un proyecto relativamente nuevo que en pocos años ha logrado la publicación de 8 títulos, principalmente de autoras y autores guatemaltecos y mexicanos.
Asimismo, resalta que son relatos cortos, al estilo de Augusto Monterroso; también con la minificción e incluso la viñeta literaria.
“Lo que encontrarán quienes se aventuren por las páginas del libro serán 25 breves historias de animales que van explorando el mundo, su mundo inmediato e incluso el interior. En esas historias los animales se preguntan cosas, dudan, sufren, hablan con los seres humanos y le plantean a este último inquietudes sobre su propia existencia y su centralidad como especie en este mundo”, comparte.
De tal forma, como escritor busca dislocar la centralidad de la razón, de apartarse de la historia bien estructurada y con una lección final. Por ello, en ese sentido, el libro pretende mostrar la belleza de lo variado, lo que escapa de las formas y se convierte en una especie de alebrije con múltiples formas y colores.
“Lo segundo es que me gustaría que estas historias pudieran provocar en quien las lea la capacidad de asombro. No de asombro por el libro, porque lo que está contenido allí es el mío, sino de asombro por el mundo que les rodea. Creo que, en nuestro mundo propio, ese que tenemos al alcance del mano habitado por bestiecillas cotidianas (perros, gatos, insectos, aves, seres imaginarios) podemos encontrar mucho de asombro en la medida que nos dedicamos a contemplarlo. Entonces es eso, compartir el asombro, la contemplación, la belleza de la diversidad y la divergencia”, destaca.
En tanto, informa que, la idea del libro se iba incrementando en la medida que escribía cada uno de los relatos que, como notarán, fueron escritos en distintos lugares de México y otros países y en distintas fechas por más de 10 años.
“Es un tiempo largo para relatos tan cortos. Pero no trataba de hacer una gran obra sino la recuperación de ‘itinerarios’. Cuando comencé a dialogar con los integrantes de la editorial independiente Parutz, en Guatemala, expresé mi interés por hilar todos estos relatos. Ella, Norma Chamalé y Pablo Sigüenza, me ayudaron a darle un hilo conductor. ¿Cuál fue ese hilo? Precisamente la experiencia bestial de la existencia, de la animalidad y de la crítica a nuestra propia humanidad. Pero, en definitiva, como he dicho, a mi no me interesa dar lecciones. Lo que me ha interesado es contar por contar. Como si nos encontráramos en la banqueta del barrio y le contáramos a nuestra vecina/vecino que a la vuelta de la esquina hemos visto un gato cantar boleros. Es así. Para darle respiro a nuestra racionalidad. Es poco tiempo, es para conversar y luego darse la mano, despedirse y seguir la vida”, comenta.

Itinerarios Bestiales

En tanto, resalta que, la idea de los itinerarios viene un poco de los lugares donde fueron escritos los relatos. De igual, añade que quiso adjetivarlos como bestiales por el carácter de las vivencias: intensas, profundas y a veces desconcertantes.
“Algo ‘bestial’ no en términos de la naturaleza de los seres que las protagonizan, sino en términos de esas vivencias que a veces parecen ser inmensas, bestiales: un koala que va descubriendo su metamorfosis, un elefante que se descubre, un perro cuyo paradero es incierto, un grupo de migrantes que deben caminar y caminar sin tener destino definido. Es eso, he querido usar lo bestial como manera de llamar a esa intensidad”, señala.
Para el autor del libro, la escritura es un artefacto de múltiples posibilidades.
“Hay escrituras que te acalambran, que te obligan a decir lo que se quiere escuchar o a tener ciertas formas. Hay escrituras que sanan. Otras que enlazan o que cierran procesos. En mi trabajo me toca acompañar procesos de escritura de tesis y siempre que puedo le digo a mis compañeras y compañeros que escribir es un acto de justicia, una manera de recuperar la voz y recuperar la palabra”, puntualiza.