Dentro de la cosmovisión totik, se cree que las flores poseen un “chulel” o alma innata, la cual se expresa a través de su fragancia
Karla Gómez NOTICIAS
Martín Coronel Lara, antropólogo social y promotor cultural, comparte su visión sobre el papel fundamental de las flores en las celebraciones tradicionales, especialmente en el Día de Muertos en la comunidad de Venustiano Carranza, antes conocida como San Bartolomé de los Llanos. La festividad de Todosantos tiene características únicas en esta región, enriquecida por las costumbres de la población tsotsil.
Coronel destaca que las flores no solo aportan color y belleza, sino que poseen un significado profundo en el marco de la cosmovisión totik. “En Venustiano Carranza tenemos entre seis y siete variedades de flores que se usan para los rituales de Todosantos, pero entre ellas, la flor de cempasúchil, la seda, la siempre viva, la flor de paraíso y el crisantemo son las más representativas”, comenta el antropólogo.
En los altares llamados totikes, los cuales son montados con especial dedicación por las familias, hay una diferencia en la manera en que las flores se integran. Las familias ladinas suelen construir un arco de flores para dar la bienvenida a los muertos, una estructura cargada de simbolismo y respeto.
Dentro de la cosmovisión totik, se cree que las flores poseen un “chulel” o alma innata, la cual se expresa a través de su fragancia. Este aroma es considerado la esencia que las almas de los difuntos consumen al visitar el altar. “Las flores de Todosantos le dan color, textura y, sobre todo, olor a esta festividad. Las flores evocan un pasaje visual, olfativo y sensorial”, explica Coronel.
La preparación de estas flores también obedece a un calendario cultural preciso. Según Coronel, las familias comienzan a sembrarlas entre el 4 y el 8 de agosto, fechas marcadas por el día de Santo Domingo. Las flores son cuidadas con esmero, y se considera que la fragancia se desprende cuando las almas de los difuntos las visitan; al retirarse, las flores quedan sin aroma, pues su chulel ha sido absorbido por las almas.
De este modo, las flores no solo decoran, sino que son un puente espiritual. “La fragancia que desprenden activa nuestra memoria individual y colectiva, conectándonos con nuestros seres queridos y con nuestra historia”, concluye Coronel, recordando que estas flores no solo son un adorno, sino la esencia misma de una tradición profundamente arraigada en el corazón de la comunidad.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: Las flores no solo decoran, sino que son un puente espiritual.