La importancia de la música en la construcción de la identidad cultural

Karla Gómez NOTICIAS

La Orquesta de Cámara de Bellas Artes (OCBA) presentó un emotivo programa titulado Cuerdas del Romanticismo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. En esta ocasión, el público tuvo la oportunidad de disfrutar del estreno en México del Octeto de cuerda en Si bemol mayor, Op. 25 de Max Bruch y del Octeto de cuerdas en Mi bemol mayor, Op. 20 de Felix Mendelssohn, en el marco del 215 aniversario del nacimiento de este último.

Max Christian Friedrich Bruch, compositor y director de orquesta alemán, nació el 6 de enero de 1838. Es especialmente conocido por su Concierto para violín n.º 1 y su Fantasía escocesa. Desde temprana edad, Bruch mostró un notable talento musical; a los 14 años, ya había compuesto su primera sinfonía y un cuarteto de cuerdas, lo que le valió un premio de la Fundación Mozart.

Durante los últimos diez años de su vida, Bruch se dedicó exclusivamente a la composición, produciendo obras que se convirtieron en pilares del repertorio romántico. Entre sus composiciones más célebres se encuentran sus conciertos para violín y las Variaciones sobre el Kol Nidre para violonchelo y orquesta. La OCBA, bajo la dirección de Luis Manuel Sánchez Rivas, ofreció al público el estreno en México de su Octeto de cuerda en Si bemol mayor, Op. 25, una obra póstuma que resalta la maestría de Bruch en la fusión de melodía y armonía.

Por su parte, Felix Mendelssohn, quien compuso su Octeto de cuerdas en Mi bemol mayor, Op. 20 a los 16 años, también estuvo presente en el programa. Escrito en 1825 como regalo de cumpleaños para su amigo Eduard Ritz, esta obra se estrenó en 1836 tras varias revisiones. La partitura, que requiere un cuarteto de cuerdas dobles, se interpreta en aproximadamente media hora, revelando la genialidad precoz de Mendelssohn.

Desde sus primeros años, Mendelssohn mostró un talento excepcional. A los 11 años, ya había creado canciones, sonatas y un total de 12 sinfonías para cuerdas. En su hogar, se organizaban conciertos semanales que contaban con la participación de una pequeña orquesta y solistas, entre ellos Felix y su hermana Fanny, lo que fomentó su desarrollo artístico.

La presentación en el Palacio de Bellas Artes no solo conmemoró a dos grandes compositores del Romanticismo, sino que también sirvió como un homenaje a la rica tradición de la música de cámara. Los dos octetos, que a menudo son considerados joyas del repertorio, ofrecieron a los asistentes una velada de emociones profundas y expresiones artísticas.

Con la dirección de Luis Manuel Sánchez Rivas, la OCBA demostró una vez más su compromiso con la difusión y apreciación de la música clásica, brindando una plataforma para que estas obras continúen resonando en el panorama cultural mexicano. Este concierto, cargado de historia y virtuosismo, dejó una huella imborrable en el corazón del público asistente, reafirmando la importancia de la música en la construcción de la identidad cultural.

Foto: Cortesía

Pie de foto: La presentación en el Palacio de Bellas Artes no solo conmemoró a dos grandes compositores del Romanticismo, sino que también sirvió como un homenaje a la rica tradición de la música de cámara.