Ana Liz Leyte NOTICIAS

La señora María Jiménez, artesana y originaria de una comunidad en San Cristóbal de Las Casas, explica cómo frecuentemente personas “con dinero” –según lo califica- acuden a comprar blusas bordadas, sin embargo, quienes pese a saber lo elaborado de los bordados piden rebajas.
“A veces la gente pide rebajas, cuanto es lo menos, a veces se molesta un poco el corazón porque sabemos que cuesta hacerlo, se lastima la vista, con el cansancio y haciendo las blusas”.
Enfatizó que promover textiles chiapanecos por parte de marcas internacionales no sería un problema, si no se restara importancia al verdadero significado que cada bordado tiene, pues la sociedad al no saberlo, minimiza su valor.
“Está en 100 pesos, hasta 80 cuando pide rebaja la gente, lo doy en 80 pesos, sino dos por 150 estas”.
Autoridades han reiterado que el interés de marcas internacionales para trabajar en conjunto con artesanos no es el problema, el verdadero problema radica en que no se explica con exactitud la importancia de cada bordado y lo que implica para cada familia realizar una sola pieza, pues lo que más resalta es la marca que la está exponiendo y se pasa desapercibido el valor inmaterial que cada prenda tiene.
Y es que, de acuerdo al Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), el plagio a textiles y bordados, vulnera el derecho fundamental de los pueblos indígenas de conservar y proteger su propiedad intelectual y su patrimonio cultural.
Los diseños que las grandes marcas elaboran a través del plagio de textiles, no explican sus orígenes ni para qué son utilizados, pues el propósito es venderlo a la sociedad como ropa casual o diaria.
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La señora María Jiménez explica que personas “con dinero” acuden a comprar blusas bordadas, sin embargo, quienes pese a saber lo elaborado de los bordados piden rebajas.
Foto: Ana Liz Leyte