Ana Liz Leyte NOTICIAS

El señor Robel Monterrosa lleva más de 40 años dedicándose al oficio de zapatero, fue en el año de 1978 cuando empezó en este camino, con el que pudo pagar los estudios de sus cuatro hijos.
En la actualidad dicho oficio se niega a desaparecer, como algunos otros que han quedado en la historia.
«La gente necesita mucho esto, de este trabajo, la gente viene y me dice por favor costúreme tantito acá, es para mí hija que va a la escuela mañana y se van bien agradecidos», indicó el señor Robel.
Ser emprendedor o pequeño empresario no es una tarea fácil, ya que se enfrentan al reto de la falta de recursos económicos.
“En estos momentos de crisis en donde los comercios desaparecen en los primeros años, si tú no tienes una mentalidad fuerte y una convicción, pues es muy fácil tronar», señaló.
Durante todo este tiempo se ha tenido que enfrentar a diversas situaciones, que en su momento pusieron en riesgo su continuidad, un ejemplo; la pandemia de la COVID-19.
En pleno 2025, la venta de zapatos es mayor, pues muchos prefieren comprar unos nuevos que mandarlos arreglar, sin embargo, Don Robel, precisa, que la mayoría del calzado que venden, no es de buena calidad.
«Mucho zapato barato ahí por el mercado centro, pero no duran también, dos tres días y ya se están acabando»
El oficio de zapatero, tiene su complejidad, pareciera que los horarios son flexibles, pero es todo lo contrario.
«Hay que levantarse temprano, últimamente hay mucho trabajo, empiezo a trabajar a las cinco de la mañana y terminó a las 10, 11 de la noche, bien cansado de todo el día».
Don Robel seguirá en este oficio hasta que la vida se lo permita, aunque los tiempos van cambiando, siempre se necesitará a alguien que arregle los zapatos.

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En la actualidad dicho oficio se niega a desaparecer, como algunos otros que han quedado en la historia.
foto. Ana Liz Leyte