A pesar del ingreso de la Policía de Seguridad de élite, la desconfianza persiste, pero más en las comunidades donde aún son acechadas por integrantes de los cárteles

Jhonatan González NOTICIAS

A pesar del ingreso de la Policía de Seguridad de élite a la cabecera municipal de Frontera Comalapa, Chiapas, el 2 de enero pasado, la desconfianza entre la población persiste, pero más en las comunidades donde aún son acechadas por integrantes de los cárteles.
En entrevista uno de los pobladores afirmó que algunos de los representantes o líderes de los grupos del crimen organizado que se disputan el territorio en la Sierra Fronteriza, son nativos de algunas comunidades rurales, “viven ahí, pero están recluidos en sus casas, están en silencio (…) porque ellos eran los que le hacían los mandados a los altos mandos de los grupos delictivos”.
En las comunidades que se encuentran a orillas de la carretera fronteriza como Paso Hondo, Joaquín Miguel Gutiérrez, San Gregorio Chamic, así como la parte baja de La Trinitaria en la zona de riego, aún permanecen las llamadas plumas que el crimen organizado obligó a los pobladores colocar en las entradas y salidas para evitar el paso del grupo contrario, aunque en algunas ocasiones también utilizaron grava y piedras.
“No sabemos ni quién es bueno ni quién es malo, pero sigue, sigue la tensión (…) así que el gobierno tiene que hacer algo más para que la gente pueda sentirse con más confianza y confianza hacia su gobierno, hacia las autoridades que velan por la seguridad de las comunidades y de los municipios en general”, precisó.
El campesino recordó que los miles de desplazados que huyeron por la violencia generada por los dos cárteles más importantes de México siguen sin retornar a sus hogares, incluso, hay quienes continúan refugiados en Guatemala y otros municipios cercanos a la zona en conflicto.
Pero el escenario no es distinto para los que decidieron quedarse en los poblados, ya que además de que fueron sometidos para participar en los bloqueos, también les fueron arrebatadas sus propiedades por no pertenecer a uno de los grupos criminales, sumado al cobro de piso a aquellos que contaban con un negocio.
“Ellos desean que esas tierras que se les decomisó se les devuelva, que se les devuelva su pertenencia, que tengan la libertad de ir a sus ranchos a recuperar sus tierras, a vivir tranquilos, pero aún todavía muchas personas no se sienten muy seguros para regresar a su comunidad y recuperar las tierras, porque no saben en qué momento puede haber una represalia, ya no de manera abierta, sino de manera secreta, como un ajuste de cuenta diríamos”, advirtió.
El habitante de Frontera Comalapa recordó que la organización social El Maíz vinculada al crimen organizado, inició hace tres años y medio el cobro de piso a comerciantes, muchos de los cuales prefirieron cerrar; sin embargo, la semana pasada algunos reabrieron, pero, dice que no con los mismos dueños.
“He visto algunos locales donde los dueños son ellos (los criminales). Los dueños están en otro lugar viviendo porque huyeron, dejaron abandonado su negocio y resulta que ahora están abiertos, están modificados (…) porque uno nunca sabe si con quien uno está platicando está al servicio de ese grupo criminal”, expuso.
Como parte de la desarticulación de los grupos criminales en la Sierra Fronteriza, este fin de semana el alcalde de Frontera Comalapa, José Antonio “N”, fue detenido por extorsión y sus presuntos nexos con el crimen organizado, situación que provocó que las denuncias de personas desaparecidas resurgieran, como la del excandidato a la alcaldía por el Partido del Trabajo, Rey David Gutiérrez, visto por última vez el 27 de abril del año pasado.
En las paredes de algunas evidencias quedaron las evidencias de la guerra entre los dos cárteles, mientras que el transporte público de Comitán a Frontera Comalapa aún se prepara para reanudar el servicio después de tres años y medio en conflicto.

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Uno de los pobladores afirmó que algunos de los representantes o líderes de los grupos del crimen organizado son nativos de algunas comunidades rurales.

foto: Jhonatan González