▪ ¿Quién gana y quiénes pierden?
▪ El acuerdo histórico no aguantará 6 meses.
Por: Julio Barrera.


Concebido con el propósito de reducir los gastos de los consumidores, el gobierno de la presidenta de la república, Claudia Sheinbaum, suscribió –el pasado jueves 27 de febrero–, el pacto llamado “Política Nacional para Promover la Estabilización del Precio de la Gasolina en Beneficio del Pueblo de México”, cuya duración será de seis meses a partir de esa fecha.

Un acuerdo de carácter nacional, en el cual quedó estampada la firma de la paraestatal Pemex (Petróleos Mexicanos), así como la de importadores, comercializadores, distribuidores y transportistas, a fin de establecer un tope de 24 pesos al precio de la gasolina regular.
De entrada, todo pareciera sonar bien y acaso alentador”; sin embargo, las dudas en torno a la sostenibilidad del llamado “Pacto histórico”, han comenzado a crecer aceleradamente, toda vez que, para empezar, no se establece la diferencia del precio entre estados y menos aún al interior de los mismos tomando en cuenta sus regiones y municipios, lo que hace evidente la desconsideración de cuestiones de logística como el aumento de costos que conlleva mayores distancias de transporte.
No es lo mismo llevar la gasolina al Norte del país que a entidades como Chiapas en el Sureste; pero por igual, es diferente trasladarla a estaciones de servicio en regiones como la Sierra, Selva, Norte, Meseta Comiteca, Costa, sólo por mencionar algunas.
¿Qué margen de ganancia queda entonces a los gasolineros el sostener el tope fijado al precio, cuando no se toma en cuenta que el combustible al llegar al centro de acopio ubicado en Tuxtla Gutiérrez tiene que recorrer cientos de kilómetros con el consecuente pago de fletes del transporte?
Para empezar, a los gasolineros de Chiapas, Pemex les fija el combustible a 22 pesos en la capital del estado y a partir de ahí todo corre a cuenta de ellos, siendo que, con el tope acordado en 24 pesos, su margen de utilidad se reduce a sólo 2 pesos. Una cuestión que seguramente los llevará a la quiebra en menos de lo que durará el pacto hasta su posible refrendo; es decir, 6 meses.
Por eso, responder a la pregunta de ¿Quiénes ganan y quienes pierden en este acuerdo? Tiene una respuesta contundente: Salen perdiendo los comercializadores de gasolina quienes no podrán resistir el sacrificio, toda vez que los costos adicionales de los fletes en relación con su margen de utilidad los llevarán a la quiebra. Subrayamos lo anterior, porque se sabe que el margen de ganancia de los gasolineros en Chiapas se ubica en el rango de 25 a 30 centavos por litro como máximo.
Lo que debe resaltarse en todo este escenario, es una cuestión fundamental: como ya es usual, una vez más queda demostrado el gran sentido de responsabilidad social que tienen las empresas gasolineras de Chiapas. El estar acompañando siempre al pueblo en las acciones que buscan su mayor bienestar y ahorro. Un ahorro que trasciende en el objetivo económico nacional de desalentar la inflación y promover el ahorro familiar.
Como decíamos, la cuestión en relación con el llamado pacto histórico del precio de la gasolina está más allá de lo que se aprecia a simple vista. Por ejemplo y para finalizar, no podemos olvidar otra consideración estrechamente vinculada con el tope fijado al precio.
Y es que, gasolinero que fije el precio del combustible por debajo de los 24 pesos, lo más probables es que sea parte del llamado “huachicol” de la gasolina; un grave delito federal que a pesar de que ha disminuido, ha sido y aún es parte de la sangría multimillonaria que se asesta cada año a las finanzas de la quebrada trasnacional Pemex.
De modo que, será muy importante que en las llamadas “evaluaciones periódicas” del Pacto, se puedan hacer los ajustes y demás acciones necesarias, para cumplir con sus objetivos sin menoscabo de las partes involucradas.