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Existen ocho unidades médicas especializadas en la entidad para la atención multidisciplinaria de esta adicción. – FOTO: Cortesía

De acuerdo con el informe más reciente sobre la demanda de tratamiento por consumo de sustancias psicoactivas en el estado de Chiapas (2020), alrededor de 2 mil personas solicitaron atención en las unidades médicas especializadas, siendo el consumo de alcohol la principal demanda de servicios.

Este estudio elaborado de manera coordinada por la Comisión Nacional contra las Adicciones, a través del Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Drogas, y por la Secretaría de Salud de Chiapas, mediante el Consejo Estatal contra las Adicciones, indica que la mayoría de las personas solicitantes de atención fueron hombres y en promedio tenían 25 años de edad.

En el marco del Día Nacional contra el Uso Nocivo de Bebidas Alcohólicas, que se celebra cada 15 de noviembre con el fin de generar conciencia en la población sobre los riesgos del abuso de sustancias embriagantes, la Secretaría de Salud del estado señala que Chiapas se ubica 2.4 por ciento por debajo del promedio nacional en cuanto a consumo de alcohol.

No obstante, debido a que representa un problema de salud pública por las situaciones de riesgos que conlleva, como los accidentes de tránsito, la dependencia estatal ha dispuesto de una red de servicios conformada por ocho centros Comunitarios de Salud Mental Integral y Adicciones (Cecosama), para brindar atención integral, los cuales están ubicados en los municipios de Comitán, Frontera Comalapa, Palenque, San Cristóbal de Las Casas, Tapachula, Tonalá y Tuxtla Gutiérrez.

Como parte de las acciones preventivas, considerando que la edad de inicio de consumo de alcohol ha disminuido, a través de la Dirección de Salud Mental y Adicciones se realizan tamizajes en la población adolescente con factores de riesgo.

Asimismo, gracias a la reconversión de los centros de Atención Primaria en Adicciones a Cecosama, actualmente se oferta un abordaje integral, lo cual es fundamental si se considera que el alcoholismo, además de afectar la salud física y emocional de los consumidores, también perjudica de manera psicológica a terceras personas, como la familia e incluso en el ambiente laboral.

De esta forma, el problema del consumo nocivo de alcohol es abordado desde una perspectiva integral, con énfasis en la prevención a través de la reducción de riesgos.