«Vi el Ángel en el mármol y tallé hasta que lo puse en libertad”
Miguel Ángel Buonarroti

A lo largo de la historia del arte, han existido obras que alcanzaron una popularidad atemporal. Una de ellas es, sin duda, el David de Miguel Ángel, escultura de mármol que muestra tanto la habilidad de su creador como el enfoque artístico que define el Renacimiento.
Desde su creación a principios del siglo XVI, artistas y académicos por igual han reconocido la maestría y genialidad detrás del David. Giorgio Vasari, famoso artista, escritor e historiador de la época dijo que “quien vea esta escultura no debe ya preocuparse por ver ninguna otra escultura de cualquier otro artista, ya sea de nuestra época o de cualquier otra”. Para responder el por qué esta obra ha recibido tantos elogios, es necesario conocer el contexto en el que fue creada.

Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni (1475–1564), mejor conocido como Miguel Ángel, fue un artista clave del Alto Renacimiento italiano. Nacido y criado en la Toscana, mostró una afinidad por las artes desde una edad temprana, y trabajó durante su adolescencia como aprendiz de varios artistas florentinos famosos. Aunque se formó tanto en pintura como en escultura, Miguel Ángel se inclinó por esta última. Gran parte de su obra escultórica, y de todo su método de trabajo, era una metáfora de la lucha del alma por liberarse del cuerpo, del espíritu por huir de los confines de la materia. Creía que su papel como escultor consistía en develar las bellas formas encerradas dentro de la piedra. Para ello, escogía bloques del mármol más fino de las canteras de Carrara, Italia, y los trabajaba a mano durante días enteros, con un mazo y un cincel, “sustrayendo” el mármol sobrante. Esta técnica contrastaba con el procedimiento de otros escultores, quienes creaban modelos de yeso de la figura en cuestión antes de traspasar sus medidas a un bloque de mármol, para saber exactamente en donde tallar.

A los 26 años, Miguel Ángel ya era una figura prominente en la escena florentina, por lo que fue comisionado para crear al David, escultura que enmarcaría, junto a otras más, el techo de la Catedral de Santa María del Fiore. Sin embargo, al término de su realización, quedó claro que sería imposible elevar la pieza por lo colosal de sus proporciones: 5.17 metros y 5,572 kilos de masa. Por tanto, se decidió instalar el David en el Palazzo della Signora, donde se erigió como un símbolo de fuerza y determinación desde 1504 hasta su reubicación permanente a la Galería de la Academia en 1873.

La creación de esta escultura fue en un sólo bloque de mármol, diseñada para que fuese admirada desde cualquier punto de su perímetro, de forma diametralmente opuesta a la técnica medieval que diseñaba las esculturas para ser vistas exclusivamente desde el frente. La escultura representa el conocido pasaje bíblico del rey David que acabó con el gigante Goliat al golpearlo en la cabeza con una piedra arrojada desde una honda, simbolismo del triunfo de la inteligencia sobre la fuerza. Sin embargo, Miguel Ángel retrató en su obra el momento previo a este enfrentamiento. La determinación expresada en la mirada, se ha interpretado como el instante en el que David ha tomado la decisión de atacar, pero aún no ha comenzado el combate. Su postura realista y asimétrica, conocida como contrapposto o contraposición, y su anatomía altamente detallada son ejemplo de los cánones de belleza que se veneraban en el Renacimiento; las venas y la perfección de las manos, la tensión de los músculos y la armonía de todos los elementos, nos muestra el dominio del artista sobre la anatomía humana.
Las características que reúne la escultura del David, explican por sí solas porqué es considerada un hito en la historia del arte, lo que la convierte, a su vez, en objeto de múltiples análisis y también de deseo por poder emular la destreza de Miguel Ángel. Podemos encontrar no más de cinco réplicas a gran escala del David en el mundo, sin embargo, hoy nos enfocaremos en la que resguarda, desde hace unas semanas, el Museo Soumaya, en la Ciudad de México.

Esculpida por artistas florentinos en un bloque de mármol de Carrara, el David del Soumaya se realizó bajo el método de pantógrafo, instrumento que, mediante la toma de puntos de un volumen, permite duplicarlo con exactitud. Esta obra, que tiene las mismas proporciones que la original, cuenta con la certificación y permisos de los Museos Vaticano y del gobierno italiano para su realización. Adquirida por la Fundación Carlos Slim, esta réplica del majestuoso David formará parte de la colección del Soumaya y se exhibirá en sus salas de forma permanente. Si bien ninguna reproducción podrá reemplazar a la original, este molde tiene dos propósitos: acercar el arte renacentista al país y difundir el profundo legado de Miguel Ángel, tanto en México como en el resto del mundo. Si se presenta la oportunidad, estimado lector, no deje de visitar el Museo Soumaya y vivir la experiencia de observar la inmensidad del David.