El escritor chileno concentra en «Literatura infantil» su experiencia y reflexión sobre el acto de ser padre

El Heraldo de México

La literatura, escribe Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975) “le ha cedido a la autoayuda casi todo el espacio reflexivo que la paternidad requiere”. Más aun, piensa, todo autor escapa “como a la peste” de ser “cursi o sensiblero”, pero la experiencia de ser padre puede exponerlo a ello. Así las cosas, cuando se convirtió en padre “la zona segura era escapar del tema: se habla de cómo a los escritores les cuesta trabajo acercarse y no caer, o no pensar que están cayendo en la cursilería, en el infantilismo”. Antes que entregarse a los estereotipos, Zambra ha dejado que la emoción, el miedo, la curiosidad y todo el torrente de sentimientos que experimentó en carne propia con el nacimiento de su hijo, lo llevará a la página en blanco. El resultado es “Literatura infantil” (Anagrama, 2023), híbrido que deambula entre el diario, la “carta al hijo”, la ficción, e incluso el manual, para cavilar y poetizar en torno a su condición de padre, pero también de hijo. Los caminos han sido infinitos, el escritor chileno desdobla las diferentes capas que la paternidad puede producir, incluso hasta despegarse del tema en cuestión. Este hombre "monolítico, monológico, perfecto, que no muestra fisuras, la idea del padre incluso indiscutible e indiscutido, autoritario, ese mismo padre al volverse abuelo, de pronto muestra tristeza, fragilidad, lo vemos derrotado. Comprendemos que tenía que seguir trabajando, que tenía que meterse en un taxi, y sus hijos entendieron que podía tener sentido no mostrar esa fragilidad, mostrarse débil, en rigor, era una necesidad del espíritu". Escribir sobre lo que estaba viviendo fue algo casi lógico, más aún compartiendo la vida con otra escritora: Jazmina Barrera, quién de la experiencia produjo "Línea nigra" (Almadía, 2020). Foto: Cortesía. Pie de foto: Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975).