La importancia del teatro en la creación de historias y emociones

Isabel Nigenda Noticias

Foto: Isabel Nigenda. Pie de foto: Dos obras que conmemoran el Día Mundial del Teatro.

En conmemoración del Día Mundial del Teatro, el Teatro Emilio Rabasa se convirtió en el escenario de dos obras con temáticas distintas, pero igual de emocionantes y reflexivas. La primera de ellas, «El mensajero de las estrellas», es una obra escrita por el recordado Hugo Montaño, que nos transporta al universo y a la mente de Galileo Galilei. Ismael Gallegos logra interpretar de manera impecable al personaje principal, quien se convierte en el reflejo del arquetipo del héroe en su lucha por el conocimiento y la verdad. La obra invita a reflexionar sobre la importancia del conocimiento y de nuestra relación con el universo para construir una sociedad más justa y pacífica.
La segunda obra, «Mi nombre es boby», escrita por Manuel Jiménez, nos muestra la vida desde la perspectiva de un perro callejero que busca su lugar en el mundo. La obra evoca la soledad y la lucha por sobrevivir en un mundo hostil, pero también la alegría y la esperanza que nos mueve a seguir adelante. Los diálogos en forma de sonidero mulato nos transportan a las calles y banquetas de la ciudad, y nos hacen sentir la cercanía y la empatía con la historia del protagonista canino.
El mensaje del Día Mundial del Teatro fue escrito por la actriz egipcia Samiha Ayoub, quien nos recordó que el teatro es un acto de creación de vida. En sus palabras, el teatro es un acto puramente humano que nos permite transmitir historias y emociones que antes no existían. Todos los que participamos en este mundo, desde los dramaturgos hasta los técnicos, somos creadores de vida que merecen una mano cariñosa que nos sostenga y un corazón bondadoso que simpatice con nosotros.
Fragmento del mensaje del Día Mundial del Teatro fue escrito por la actriz egipcia Samiha Ayoub:
“El teatro en su esencia original es un acto puramente humano basado en la verdadera esencia de la humanidad, que es la vida. En palabras del gran pionero Konstantin Stanislavsky: «Nunca entres al teatro con barro en los pies. Deja el polvo y la suciedad afuera. Deja tus pequeñas preocupaciones, disputas, pequeñas dificultades con tu ropa exterior -todas las cosas que arruinan tu vida y desvía tu atención de tu arte- en la puerta». Cuando subimos al escenario, lo subimos con una sola vida dentro de nosotros para un ser humano, pero esta vida tiene una gran capacidad de dividirse y reproducirse para convertirse en muchas vidas que transmitimos en este mundo para que cobre vida, florezca y esparza su fragancia a los demás.
Lo que hacemos en el mundo del teatro como dramaturgos, directores, actores, escenógrafos, poetas, músicos, coreógrafos y técnicos, todos nosotros sin excepción, es un acto de creación de vida que no existía antes de subirnos al escenario. Esta vida merece una mano cariñosa que la sostenga, un pecho amoroso que la abrace, un corazón bondadoso que la simpatice y una mente sobria que le proporcione las razones que necesita para continuar y sobrevivir”.