Su obra literaria, considerada una de las más prolíficas e influyentes en el contexto hispanoamericano del siglo XX

Isabel Nigenda
Noticias

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) recuerdan a Jorge Ibargüengoitia, narrador y dramaturgo, quien a la postre se convertiría en uno de los más agudos e irónicos autores de la literatura hispanoamericana y un crítico observador de la realidad social y política del país.
Ibargüengoitia estudió Arte Dramático y Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), además de Teatro en la ciudad de Nueva York. Fue becario de las fundaciones Rockefeller, Fairfield y Guggenheim, así como del Centro Mexicano de Escritores, así lo da a conocer la Secretaría de Cultura.
Asimismo, detalla que su obra literaria, considerada una de las más prolíficas e influyentes en el contexto hispanoamericano del siglo XX, comprende novela, cuento, teatro, artículos periodísticos y relatos infantiles.
«Entre los numerosos premios literarios que obtuvo destacan: Premio Ciudad de México de la VII Feria Mexicana del Libro, en 1960, por su obra La conspiración vendida; Premio Casa de las Américas 1963 por la obra de teatro El atentado y en 1964 por la novela Los relámpagos de agosto, así como el Premio de Novela México 1975 por Estas ruinas que ves», menciona.
Además, es autor de las novelas Dos crímenes (1974), Las muertas (1977) y Los pasos de López (1982), en las que cuenta historias irónicas y sarcásticas, y de los cuentos La ley de Herodes y otros cuentos (1967). Entre sus piezas teatrales destacan Susana y los jóvenes (1954), Clotilde en su casa (1955) y El atentado (1963).
En su desarrollo como escritor y promotor cultural, se desempeñó como director de la Escuela de Verano de la Universidad de Guanajuato y profesor del Summer Institute de la Universidad de Bradley, Illinois.
Con su capacidad para ver la realidad de forma singular, Ibargüengoitia plasmó, de manera crítica y humorística, la cotidianidad y la vida sociopolítica del México de mediados del siglo XX en una gran cantidad de crónicas para diarios y revistas, así como en cuentos y novelas que se convirtieron en exitosas cintas cinematográficas.
Colaboró en el periódico Excélsior y en las revistas Universidad de México, Mexicana de Literatura, Siempre! y Vuelta, desde las cuales cotidianamente compartió su implacable punto de vista, por lo que se le consideró como “políticamente incorrecto”.
A 95 años de su nacimiento, la escritora y crítica literaria, Ana García Bergua lo califica como “sinónimo de libertad”: “Su obra encierra en sí misma todo tipo de libertades, desde la crítica y la creativa, hasta la humorística”.