Federico Silva, un polifacético muralista, pintor y escultor

Isabel Nigenda Noticas

El 16 de septiembre, México conmemoro el centenario del nacimiento de Federico Silva (1923-2022), un polifacético muralista, pintor y escultor que dejó una huella imborrable en el mundo del arte. A lo largo de su vida, Silva exploró incansablemente materiales, técnicas y lenguajes artísticos, consolidando su posición como uno de los artistas más innovadores y versátiles del siglo XX.

La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) rinden homenaje a este distinguido artista, cuyo legado perdurará por generaciones. En 1995, Silva recibió el prestigioso Premio Nacional de Ciencias y Artes, un reconocimiento a su excepcional contribución al mundo del arte. Además, en 2010, dos instituciones educativas prominentes, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y la UNAM, le otorgaron doctorados honoris causa, destacando su influencia en la educación artística.

Una de las facetas más notables de Federico Silva fue su capacidad para abrazar una amplia gama de disciplinas antes de comprometerse plenamente con el arte. Sus estudios iniciales en medicina, veterinaria, derecho y antropología atestiguan su búsqueda constante de conocimiento. Sin embargo, fue durante su tiempo en la Escuela Nacional Preparatoria, en San Ildefonso, donde encontró su pasión por el muralismo al contemplar la obra «La creación» de Diego Rivera en el anfiteatro de la institución.

Silva se convirtió en un autodidacta apasionado, cuyas habilidades y curiosidad lo llevaron a colaborar con David Alfaro Siqueiros en 1944 en el mural «La nueva democracia» en el Palacio de Bellas Artes. Sobre su relación con Siqueiros, Silva reflexionó: «Siqueiros me enseñó la humildad del trabajo en el quehacer cotidiano.» También compartió momentos inolvidables con figuras literarias de renombre, como Pablo Neruda, en los pasillos de Bellas Artes.

Tras esta experiencia formativa, Silva se dedicó por completo al arte. En 1945, montó su primera exposición individual en la Galería de Arte Mexicano de Inés Amor. Su afiliación a la Escuela Mexicana de Pintura y su compromiso con el muralismo le permitieron no solo explorar sus inquietudes estéticas, sino también abordar temas sociales y políticos en sus obras. Murales como «La lucha del pueblo mexicano a través de su historia» (1949) y «La técnica al servicio de la paz» (1953) son ejemplos notables de su compromiso con la narrativa visual.

En la década de los sesenta, después de su estancia en Europa, Federico Silva irrumpió en la escena artística de México con su enfoque pionero en el arte cinético. Esta evolución artística lo llevó a experimentar con materiales y técnicas innovadoras, incorporando elementos como espejos, motores y láminas para explorar la imagen, la luz, el color y el movimiento.

Además, la música y el sonido se convirtieron en componentes esenciales de su obra. En colaboración con el compositor Manuel Enríquez, creó una serie de 40 piezas que se exhibieron en 1969 en el Museo de Arte Moderno bajo el título «Arte cinético», demostrando su habilidad para fusionar las artes visuales y auditivas.

Federico Silva también fue un defensor constante de las nuevas generaciones de artistas. En 2016, al recibir la Medalla Bellas Artes, enfatizó la importancia de apoyar proyectos imaginados por jóvenes artistas, reconociendo que la innovación y la rebeldía son el futuro de las artes.

Foto: Cortesía.

Pie de foto: Federico Silva también fue un defensor constante de las nuevas generaciones de artistas.