Karla Gómez NOTICIAS

En una reciente charla virtual titulada Comer con placer y bibliografía. Alfonso Reyes, gastrónomo, el ensayista y crítico literario Ignacio Sánchez Prado ofreció una reveladora mirada sobre la pasión gastronómica del intelectual mexicano. Organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura y la Capilla Alfonsina, el evento permitió vislumbrar a un Alfonso Reyes distinto: no solo el erudito literario, sino también el amante del buen comer y defensor de la gastronomía como expresión cultural.
Sánchez Prado subrayó cómo Reyes fue pionero en valorar la cocina latinoamericana como una de las más importantes del mundo. Para él, la gastronomía era un punto de encuentro global, con un carácter barroco y criollo que la hacía única. A través de su obra, Reyes abrió el apetito intelectual por los sabores, ingredientes y tradiciones culinarias del continente, colocándolos en un plano estético y simbólico al mismo tiempo.
La charla hizo especial énfasis en obras como Minuta. Juego poético (1935), donde el autor escribe breves poemas dedicados a alimentos como el queso, las ensaladas y la carne, y en Memorias de cocina y bodega (1953), donde recorre con palabras las geografías del gusto. Reyes, con sensibilidad poética, exaltaba el sabor del limón sobre el vinagre, y utilizaba el lenguaje para celebrar el placer de comer con inteligencia y refinamiento.
También se habló de Debates entre el vino y la cerveza y otros papeles de cocina, recopilación que incluye el cuento “El cocinero”, donde el horno se vuelve mágico: de él no salen platillos, sino palabras transformadas. Para Reyes, la cocina era una forma de arte, una alquimia estética comparable a la creación literaria. Cocinar, decía Sánchez Prado, es transformar, es crear sentido y belleza desde lo cotidiano.
En un mundo donde predominaba la influencia de la gastronomía francesa, Reyes amplió el horizonte culinario, valorando también la cocina española, las tradiciones sudamericanas, y hasta la comida estadounidense, defendida por él como una amalgama rica en mestizajes y significados.
Así, esta charla nos recordó que la literatura y la cocina no solo alimentan el alma y el cuerpo respectivamente, sino que también se entrecruzan para narrar quiénes somos. Alfonso Reyes, en su visión amplia del mundo, nos dejó claro que comer también puede ser un acto de cultura, memoria y estética.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: En un mundo donde predominaba la influencia de la gastronomía francesa, Reyes amplió el horizonte culinario.