“Seguimos aprendiendo diario… sin la máscara el parachico no es nada y con la máscara es mucho parachico…porque un pueblo sin tradiciones es un pueblo muerto”, dijo uno de los más reconocidos talladores

DANIELA GRAJALES  / NOTICIAS

Don Javier no ha perdido el amor por tallar la madera para hacer las máscaras de parachico, dice que sigue enamorado de su oficio como desde el primer día.. FOTO: Irazú Jiménez

En el pueblo lo conocen como “Mascarita”, el artesano que se sienta bajo la sombra del almendro para tallar y darle rostro de parachico a la madera, su nombre Francisco Javier Moreno Vázquez, originario del Barrio Benito Juárez ubicado en el emblemático pueblo mágico de Chiapa de Corzo.
Este artesano inició su aventura hace más de 47 años, cuando aún era un niño, narra que junto a su padre don Eloy Moreno Camacho comenzaron a realizar mascaritas pequeñas, de ahí es donde surge su apodo “Mascarita”, luego asistieron con un maestro mascarero muy famoso y este le enseñaría más a fondo el arte de tallar el rostro del parachico.
“Me inicié haciendo mascaras hace más de 47 años, comencé muy chamaco a la edad de 10-11 años, con mi difunto padre comenzamos a hacer mascaritas pequeñas, después ya a través del tiempo él conoce al maestro Antonio López Hernández, que es muy conocido maestro icono de aquí como mascarero, nos vamos a aprender ahí, y ahí inicia todo, toda mi carrera como mascarero, desde ahí desde el 74 no poniendo los dos años anteriores ya tengo un buen recorrido en hacer las máscaras”.
Dice que en el pueblo hay 150 artesanos de todos los rubros, mascareros son pocos, cuenta que para realizar este trabajo es importante tener mucha dedicación, él lo describe como un don que Dios le dio.
“En si artesanos de totalidad de cualquier artesanía hay 150, pero de mascareros en si habrá como unos 20 que se dedican especialmente a las máscaras, se necesita mucha dedicación, es un don de Dios que tengo en las manos, porque lo aprendí desde pequeño”.
Hay que hacer tripa, corazón y buche…
Nadie se imagina todo el proceso que lleva para hacer esta joya de personaje, se necesita tener mucho estómago, para preparar uno de los elementos que da brillo final al trabajo artesanal.
“Hay que aprender a fermentar el esófago del toro, esto lo consigo en la carnicería, se le pela, se le quita la carne se lava bien con jabón, con limón y se pone en una botella de plástico y se pone tres días, a los tres días va subiendo, y ya se le quita una película y ya queda esto… Esto sirve para que lo borre la seña de los pinceles y le de ese brillo…esa textura”.
Don Javi platica que para ser un buen mascarero debe aprender a hacer de todo, desde las herramientas que se utilizan, hasta el detallar la máscara.
“Debe aprender a moler, a hacer sus pinceles, yo lo hago mis pinceles con los pelos del gato, porque es muy finito y sirve para pintar las cejas, “regáleme de la parte del lomo porque son más largos, se peina y se corta, debe saber hacer las pestañas, debe saber hacer todo, no voy a necesitar de un ayudante, que tú vas a hacer esto, tú vas a hacer lo otro”.
Machete, Compas y escuadra
La madera que utiliza es cedro, debido a que es manejable, y fina, “es más trabajable, no se complica uno la vida”, para ello la escoge y que sea de primera calidad.
“Se comienza fundamentalmente a escoger la madera que sea de primera calidad, que no tenga nudos, se consigue por medio de facturas en la maderería para no tener problemas, eso es lo primero”.
Las medidas del rostro del personaje de la sátira española dependen de la cara del cliente, y ahí comienza a realizar los trazos y los cortes.
“Después cortar el bloque que es una medida estándar de 18 x 21 dependiendo de la cara de quien la va a portar, de ahí ya se traza con puro machete, primeramente, entra el machete, el compás, la escuadra, son lo fundamental para sacar la simetría”.
Destaca que se necesita concentración, no tener miedo a la herramienta, pero sobre todo que les guste realizar este trabajo.
“Después de ese proceso del machete ya viene lo que es la gurbia (herramienta de metal) y ya se comienza a hacer lo que es ojos, nariz, boca; ya para hacer los detalles, que lleva tiempo no es en un ratito, por lo menos hay muchos que lo hacen en un día una máscara, yo no, me lleva días para hacerlo en madera me lleva 10 días o más, ya una máscara terminada me lleva 20 días o 25, dependiendo en trabajo especial”.
Años fluorescentes
Y aunque la pandemia llegó a disminuirle el trabajo, recordó que en los años anteriores desde el mes de agosto comenzaba a elaborar las tradicionales máscaras.
“Desde que comenzó la pandemia bajo mucho, si yo tenia de un 100%, me bajo al 60 %, pero a mi si me pegó duro la pandemia, no es como otros años, aquellos fluorescentes que no me daba yo ni abasto, comenzando de septiembre o agosto a la fiesta de enero, me hacía yo alrededor de 15 mascaras”.
Reconoce que su trabajo es valorado por su pueblo, y que las tradiciones sigan vivas, que a pesar de lo que pasa los chiapacorceños tengan arraigada la fe y legado de su historia.
“Lo que si le puedo decir es que más me encarga mi pueblo, yo trabajo menos foráneo, solamente para colección me lo encargan, haya pandemia, no haya pandemia el parachico ya no aguanto, ni la chunta aguantó, ni el pueblo aguantó, y que sin la mascara el parachico no es nada y con la mascara es mucho parachico porque un pueblo sin tradiciones es un pueblo muerto”.
Es así como Don Javier , el mascarita, diariamente le dedica su tiempo a tallar la madera, dando un rostro que alegra las festividades de la fiesta grande de Chiapa de Corzo, cuando el 15 de enero, salen a danzar los parachicos.