Los procesos migratorios son también una oportunidad para repensar la convivencia cotidiana

Karla Gómez NOTICIAS

En la frontera sur de México, un proyecto de investigación de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH) visibiliza cómo mujeres migrantes centroamericanas resignifican su identidad y transforman su integración social mediante la gastronomía. El estudio, titulado “Cocineras centroamericanas en México: experiencias de habitar a través de la comida”, es liderado por el docente Hugo Saúl Rojas Pérez, de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales.
La investigación documenta cómo mujeres originarias de Honduras y El Salvador, asentadas en municipios fronterizos como Ciudad Hidalgo y Suchiate, han superado estigmas tradicionales vinculados a la precariedad laboral y estereotipos negativos. A través del emprendimiento culinario, estas mujeres han logrado ser reconocidas y valoradas dentro de las comunidades locales.
El estudio señala que la comida se ha convertido en un puente de integración cultural. Platillos típicos como las pupusas y las baleadas, populares y accesibles en precio —entre 15 y 25 pesos—, no solo satisfacen necesidades alimenticias, sino que también funcionan como vehículos de reconocimiento social y construcción de redes de confianza con la población local.
El enfoque de la investigación es interpretativo y participativo. Rojas Pérez trabajó directamente con las mujeres migrantes y sus familias, realizando observación participante y diarios de campo para comprender cómo estas mujeres viven su cotidianidad y construyen comunidad a partir de la gastronomía, más allá de datos cuantitativos o encuestas.
Una conclusión clave del estudio es que la interculturalidad debe ir más allá del respeto simbólico para ser funcional y práctica. Cuando la interacción ofrece beneficios tangibles a ambas partes —como ocurre con el intercambio cultural y gastronómico—, se genera una verdadera integración.
Actualmente, el proyecto continúa en una segunda fase en Tuxtla Gutiérrez, con la participación de estudiantes y docentes de la Licenciatura en Desarrollo Humano de la UNICACH. Esta etapa busca mostrar que los procesos migratorios son también una oportunidad para repensar la convivencia cotidiana, resaltando la comida como un espacio de encuentro y resignificación identitaria.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: El estudio señala que la comida se ha convertido en un puente de integración cultural.