Reflexionan sobre el quehacer cultural con adultos portadores de saberes
Compartieron la herencia cultural que mantienen de manera generacional y le da identidad a su comunidad
Isabel Nigenda / NOTICIAS
Como parte del Segundo Encuentro de Saberes Locales del programa Alas y Raíces, que se llevó a cabo del 4 al 8 de octubre a través del canal del YouTube del Consejo Estatal para las Culturas y las Artes de Chiapas (Coneculta), se realizó la Mesa de reflexión sobre el quehacer cultural con adultos portadores de saberes.
En esta actividad, las y los portadores de sabores tradicionales compartieron las cualidades de cada herencia cultural que atesoran y comparten a las nuevas generaciones. Ya que, eso permite darle identidad a su comunidad y también, demuestra la vivencia que tiene cada elemento que hacen con sus manos.
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En esta charla, coincidieron que la cultura va más allá de los límites del espacio y del tiempo, como lo comentó Carlos Díaz de La Cajita Mágica, quien en esta ocasión fue el moderador y se encargó en entrelazar los saberes culturales de las y los invitados.
Y es que, en cada uno de ellos y ellas se notó la dedicación y perseverancia que han tenido para perfeccionar el oficio que emprenden, sobre todo, en cómo a través de la enseñanza a nuevas generaciones se actualizan y siguen aprendiendo y creando.
Por ello, se conoció sobre la maestra Verónica Natarén, quien a través de la danza folclórica ha llevado el nombre de Chiapas muy en alto. Además, la participante originaria de Jiquipilas, indicó que a través de la danza se puede conocer los bailes, la cultura y la tradición de los estados de la República Mexicana.
La apasionada de la danza, quien lleva 21 años bailando y ha impartido talleres en la Casa de la Cultura, resaltó que, a través de la danza uno se desestresa, se siente feliz, además de enseñarnos y transportarnos. Por tanto, desarrolló el proyecto sobre las danzas históricas, en las cuales mediante a un cuadro dancístico que puede durar de dos a tres minutos se puede mostrar sobre la historia de la danza y su importancia.
A decir de los juguetes tradicionales, Humberto Hernández de Chiapa de Corzo, reseñó el por qué terminó siendo artesano. Refirió que, su madre al no tener recursos económicos para comprarle un carrito de madera, siempre sintió la necesidad de tener uno. Sin embargo, ya en su juventud, no logró encontrar esas piezas, por lo que aprendió a fabricarlos, como los baleros, carritos, yoyos y trompos.
“El juguete tradicional es parte de mi vida, lo aprendí con mucho orgullo y alegría. No es fácil iniciar con un arte que se pierde, en mi saber era mi ilusión tener un carrito de madera, eso me motivó”.
Humberto trabajaba la madera desde los ocho años de edad, por ende, a los 25 años ya dominaba la técnica, la cual ha ido perfeccionando e implementando otros usos como materiales reciclables, de carrizo y de bambú.
Las hamacas, como dice Carlos Díaz, permiten anhelar, descansar y soñar. Por ello, Alma Rosa Pérez Hernández, se mostró contenta por realizar varios estilos de hamacas, como los sencillos que le llevan tres días elaborarlos, o las matrimoniales, la cual su hechura dura hasta ocho días.
Alma aprendió de su esposo a tejer. La elaboración de este material les permitía a ambos tener dinero para alimentar a sus dos hijas. Sin embargo, la meticulosidad y la implementación de colores, dio como resultado una agradable hamaca que permite el descanso de los y las pobladoras. Este conocimiento ya han empezado a compartirlo a través de la Casa de la Cultura, en donde enseñó a niños, jóvenes y adultos, el uso de los colores y la técnica del tejido; también a imaginar, a crear, a concientizar que cada pieza es única e irrepetible.
Por su parte, Deysi Rincón, de Villaflores, es una dulcera tradicional. Lleva 11 años haciendo dulces tradicionales, oficio que le enseñó su mamá, quien le dio la receta para mantener a los corazones felices. Por tanto, encuentra en los nuegaditos fritos, en la cocada (primer dulce que hizo), la calabaza y el camote, un sustento de vida, pero también, se ha permitido darle un colorido a la gastronomía chiapaneca.