Karla Gómez  NOTICIAS

En el marco del centenario del nacimiento y 30 años del fallecimiento del escenógrafo y creador Antonio López Mancera se llevó a cabo la charla El tiempo de Antonio López Mancera: 100 años y la apertura de la exposición El no lugar, en el Centro Multimedia del Centro Nacional de las Artes (Cenart).

En la conversación participaron Sisu González, Patricia Aspiros, Patricia Ruiz, René Durón y Nellie Happee, en el Aula Magna José Vasconcelos del Cenart, organizada por la Biblioteca de las Artes —que celebra su 30 aniversario— y el Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Teatral Rodolfo Usigli (Citru), del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal).

Durante la charla se destacó el prolífico trabajo teatral de López Mancera. Parte de su legado creativo fue recibido en 1994 por la Biblioteca de las Artes a manera de comodato, compuesto por fondos y colecciones provenientes de los Centros Nacionales de Investigación, Documentación e Información de las Artes del Inbal.

Antonio López Mancera nació el 6 de marzo de 1924 en la Ciudad de México, sufrió poliomielitis de niño y esto le trajo secuelas físicas que no le impidieron desarrollar su talento. Primero fue pintor de retratos al óleo con los que montó su primera exposición en 1948 y al año siguiente se inscribió en la carrera de escenografía de la recién creada Escuela de Arte Teatral.

Julio Prieto fue su mentor y jefe del Departamento de Producción Teatral del Inbal heredándole el puesto en 1952 y hasta 1978. Esto le permitió realizar diseños de escenografía, vestuario e iluminación para danza, teatro y ópera, su labor se cuenta por cientos de montajes en sus más de cuatro décadas de labor escenográfica, indicó la investigadora Patricia Ruiz. 

La coordinadora del Citru, Julieta Rivas, explicó que el Fondo Antonio López Mancera está formado por documentos generados y recopilados por el propio Mancera en el ejercicio de sus actividades como escenógrafo, funcionario y docente, el primer documento data de 1948 y el último de 1993, donados por los familiares del maestro.

Por su parte, Sisu González, licenciada en Literatura Dramática y Teatro, explicó que al comenzar a trabajar en el Citru se interesó en el tema de la escenografía, cuya historia en nuestro país no estaría completa sin Antonio López Mancera.

Agregó que Mancera aprendió de Julio Prieto y ambos tuvieron como foro de prácticas el Palacio de Bellas Artes. La Escuela de Escenografía comenzó en un camerino, donde hacían prácticas con lo que se estaba produciendo en el recinto en esa época.

La escenógrafa Patricia Aspiros dijo que conoció al maestro durante su época estudiantil, cuando Mancera ya era una leyenda y fue a ver los trabajos escenográficos de los estudiantes. Con 24 años como docente en la Escuela Nacional de Arte Teatral, expresó que es importante que las nuevas generaciones conozcan los inicios de la escenografía desde la mirada de este creador.

Por su parte, el creador y escenógrafo, René Durón compartió algunas anécdotas con el maestro Mancera y explicó que tuvo mucha suerte al trabajar con él en el Palacio de Bellas Artes. “Estar con él fue aprender en todo momento y conocer a todos los personajes importantes de los festivales y espacios culturales”.

La bailarina y coreógrafa Nellie Happee recordó que Mancera “se la vivía en los salones de ensayo del Palacio de Bellas Artes, era su guarida, su segunda casa y era un apasionado. Nos contagiábamos de esa pasión, Toño amaba lo que hacía”. Refirió que la puesta en escena Carmina Burana contaba con la escenografía y vestuario del maestro Mancera, quien le propuso este proyecto, el cual al principio Happee no quería hacer. “La gente a su alrededor quería trabajar con él, era tan agradable y trabajó en tantas ramas del arte, además fue un gran conversador”, subrayó la maestra y figura fundamental de la danza.

Foto: Cortesía.

Pie de foto: Antonio López Mancera: 100 años y la apertura de la exposición El no lugar, en el Centro Multimedia del Centro Nacional de las Artes.