La fiebre del ciclismo comenzó en las grandes ciudades (Bogotá, Cali y Medellín, principalmente) pero muy pronto se extendió al resto del país

Isabel Nigenda Noticias

Foto: Isabel Nigenda. Pie de foto: Le han dado al ciclismo su carácter de deporte nacional.

En el lobby de la Biblioteca Luis Ángel Arango, se encuentra la exposición «La bicicleta, compañera ideal de los colombianos».
Y es que, la historia de la bicicleta de Colombia no solo la cuentan el «Zipa» Forero, Ramón Hoyos, Lucho Herrera, Mariana Pajón y Nairo Quintana; también lo escriben los espectadores, los aficionados y los millones de colombianos que suben cada día a un «caballito de acero». La «bici» no tiene santo, pero sí muchos dolientes.
A finales del siglo, la nación colombiana era un discurso y una idea, pero tenían poco que ver con la experiencia cotidiana de la mayoría de sus habitantes. No era extraño, hasta bien entrado el siglo XX, que una persona pasara toda su vida en el mismo lugar, o en la misma región, sin conocer nunca otras identidades y otras formas de ciudadanía.
Por su razón, la aparición del ciclismo-así como las transmisiones radiales y luego televisivas de la Vuelta a Colombia y otras competencias-fue un elemento crucial que ayudó a superar el aislamiento y a construir un relato
nacional más amplio e incluyente. Justo en el periodo más intenso del enfrentamiento partidista que ahora conocemos como la Violencia, los pioneros del ciclismo colombiano salieron a las carreteras para explorar un territorio que tomaba forma y se hacía real gracias a su esfuerzo.
Junto a ellos miles de aficionados que seguían la carrera en las calles, en la prensa, la radio o la televisión recorrieron, por primera vez los lugares emblemáticos de nuestra geografía.
La fiebre del ciclismo comenzó en las grandes ciudades (Bogotá, Cali y Medellín, principalmente) pero muy pronto se extendió al resto del país, gracias a eventos como la Vuelta Colombia (1951) y el Clásico RCN (1961); también a la prensa y la radio, que garantizaron su difusión en todo el territorio, y, sobre todo, al fervor de un público que convirtió a los ciclistas en héroes populares.
Aunque la mayoría de los grandes campeones-desde los primeros años hasta la actualidad-provienen de Boyacá, Antioquia, Cundinamarca y el Viejo Caldas, en todas las regiones de Colombia surgieron corredores y aficionados entusiastas que han dado al ciclismo su carácter de deporte nacional.
En Colombia, como en muchos otros países, la bicicleta se ha convertido en un símbolo de libertad para quienes la usan. Cuando se tomaron varias de estas fotos, las mujeres colombianas tenían un acceso restringido a la educación, no podían votar ni tenían derechos políticos.
Mucho tiempo antes de que las ciclistas colombianas llegaran al World Tour y que aparecieran campeonas mundiales como María Luisa Calle y Mariana Pajón, mujeres de todos los rincones del país se enfrentaron al machismo y la discriminación para reivindicar su derecho a montar en bicicleta. Ellas abrieron el camino que hoy recorren las grandes figuras de la ruta y la pista, así como miles de colombianas que salen diariamente a nuestras carreteras.
Luego del éxito de la primera Vuelta a Colombia masculina en 1951, se organizaron diversas competencias femeninas en ciudades como Cali, Medellín, Neiva y Pasto. En Bogotá se corrieron pruebas de mayor envergadura en modalidades de bicicleta de ruta y de turismo, como la doble a Fontibón en 1950 y la doble a Techo en 1951. En estas carreras se destacaron Esperanza Lapuente, Lucía Rojas y las hermanas Judith y Ester Neira. La popularidad de este deporte motivó los primeros intentos por conformar clubes de mujeres ciclistas y la inclusión del ciclismo femenino en los Juegos Intercolegiados hacia 1955.
Mientras Niño brillaba, el protagonismo de las mujeres colombianas en una competencia nacional apenas se gestaba. Luego de largas gestiones de directivas y hombres ciclistas profesionales, se consiguió realizar, en Pasto, el primer Campeonato Nacional de Ciclismo Femenino (1973). Allí se coronó, como campeona de ruta, la capitalina Flor Marina Agudelo, y como subcampeona, Marta Lucía Marulanda.