Karla Gómez NOTICIAS

Organizada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), el Museo Tamayo abrió sus puertas a la primera exposición individual en México del reconocido artista brasileño Paulo Nazareth. Bajo el título Luzia, esta muestra multidisciplinaria presenta una selección de obras que exploran las historias que el artista ha recolectado al integrarse en las comunidades mientras cruza fronteras a pie, capturando relatos que reflexionan sobre la identidad y el desplazamiento.
El nombre de la exposición es un homenaje doble: por un lado, a Santa Luzia, el pueblo natal de Nazareth en Brasil, y por otro, a la enigmática figura de Luzia, el fósil humano más antiguo descubierto en América del Sur. Así, Luzia se convierte en una representación de lo ancestral, lo afro-indígena y los territorios compartidos por los pueblos de América.
Con la curaduría de Fernanda Brenner y Diane Lima, Luzia abarca obras creadas a lo largo de varias décadas, empleando una diversidad de medios como pintura, dibujo, fotografía, escultura, video e instalación. La exposición trasciende fronteras físicas y conceptuales, explorando temas como la economía racial, las dinámicas coloniales y los desplazamientos forzados que han reconfigurado la historia y los territorios.
Durante la apertura de la muestra, Magalí Arriola, directora del Museo Tamayo, agradeció al artista y al equipo curatorial por presentar un proyecto que, según ella, es profundamente relevante para el contexto actual de México, Brasil, Estados Unidos y el mundo. «Los temas de globalización, migración, racismo y colonialismo son cruciales en la conversación contemporánea, y esta exposición nos invita a reflexionar sobre ellos de una manera única», señaló Arriola.
Por su parte, Paulo Nazareth enfatizó la importancia del «derecho de paso» como uno de los ejes centrales de su obra. «Es un derecho humano cruzar el río, llegar a la otra orilla, aunque en la práctica esto no siempre sea una realidad», comentó el artista, quien ha centrado gran parte de su trayectoria en los movimientos migratorios y las fronteras. Para Nazareth, la humanidad debería ser libre de transitar por donde desee, sin perder el respeto hacia la naturaleza y los pueblos que la habitan.
El artista brasileño también compartió su conexión personal con México. «Este país siempre ha sido un referente para mí desde que era niño. México es la puerta hacia Estados Unidos, un lugar de sueños y peligros. Pero en lugar de compartir solo los peligros, deberíamos compartir los sueños y los ideales para intensificar nuestro diálogo como pueblos de América», expresó.
En un recorrido por la exposición, la curadora Fernanda Brenner destacó que el trabajo de Nazareth es continuo y no se puede dividir en etapas. «Cada exposición suya es como una retrospectiva imposible. En su obra no hay una distinción entre el arte antiguo y el contemporáneo; es una temporalidad en espiral», explicó. Diane Lima, co-curadora, añadió que el trabajo del artista brasileño ha influenciado a muchos de sus contemporáneos, y que colaborar con él es siempre un proceso de aprendizaje.
Uno de los aspectos más destacables de Luzia es la participación del público. Nazareth invita a los visitantes a formar parte de dos obras colaborativas. La primera es una especie de sambaquí, una instalación que remite a los antiguos montículos prehistóricos formados por conchas, huesos y otros vestigios. A lo largo de la exposición, el público está invitado a contribuir con objetos personales, creando un archivo de vestigios humanos que habla de la vida cotidiana y de nuestra relación con el entorno.
La segunda obra colaborativa es el Archivo MAMA (Museo de la Madre), que une a todas las madres del mundo a través del arte. Los visitantes pueden dibujar y representar a sus propias madres, en un homenaje a las narrativas ocultas de la maternidad y la ancestralidad. Nazareth subraya la importancia de estas figuras femeninas como guardianas de la historia y la resistencia, y como un vínculo entre el pasado y el futuro.
A lo largo de más de 60 piezas, Luzia aborda las complejidades de la identidad latinoamericana y los efectos de los desplazamientos forzados. Nazareth, con su estilo característico de «arte de conducta», desafía las estructuras sociales y los discursos científicos, ofreciendo una visión crítica y poética de la migración y las fronteras.
La exposición estará abierta al público en el Museo Tamayo (Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec) hasta el 9 de febrero de 2025. Durante este periodo, se llevarán a cabo actividades complementarias como talleres y programas públicos dirigidos a niños y adultos, los cuales se pueden consultar a través de las redes sociales del Inbal y en el sitio web del museo.
Con Luzia, Paulo Nazareth no solo invita a la reflexión, sino también a la acción, involucrando al espectador en una conversación sobre los territorios, las fronteras y el legado compartido de los pueblos de América.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: Luzia, una ventana a la migración y la identidad.
