La revista ofrece una plataforma sin restricciones, donde la libertad creativa es la norma

Karla Gómez NOTICIAS

En la vorágine del mundo digital, donde la multiplicidad de voces compite por destacar entre la saturación editorial, emerge un refugio cultural llamado Mimeógrafo. Esta revista electrónica, que se erige como un faro para los creadores marginados por la rigidez de los medios convencionales, se convierte en un espacio vital para la libertad de expresión y la difusión del arte.
La génesis de Mimeógrafo nos traslada a un aula de la Facultad de Humanidades de la UNACH, donde el director general, Óscar Uriel Rodríguez Cancino, concibió el proyecto como parte de un ejercicio académico. Lo que inició como un proyecto anterior, «Castillo de la monstruosidad», floreció en Mimeógrafo, una plataforma dedicada a la promoción cultural y la difusión de obras que, de otro modo, permanecerían en la oscuridad.
Mimeógrafo se alza como un espacio inclusivo y accesible, donde tanto los artistas emergentes como los consagrados encuentran un santuario para sus creaciones. Con una visión de gestionar espacios libres, la revista ofrece una plataforma sin restricciones, donde la libertad creativa es la norma y la convocatoria es perpetua.
El comité editorial, encabezado por Óscar Uriel Rodríguez Cancino y la editora y jefa de redacción, Mar Dientz, labora incansablemente para dar vida a cada edición. Con el apoyo desinteresado del fotógrafo Carlos Abraham y el talentoso traductor Juan Carlos Mejía, Mimeógrafo se nutre de colaboradores comprometidos con su causa.
El nombre Mimeógrafo no es accidental. En un homenaje a la herramienta de impresión que revolucionó la difusión de obras impresas en el pasado, la revista representa la democratización del acceso al arte y la cultura. Al igual que su predecesor, Mimeógrafo busca derribar barreras y facilitar la autopublicación, convirtiendo el arte en un bien accesible para todos.
En un mundo marcado por la saturación editorial y la exclusión de voces marginales, Mimeógrafo se alza como un faro de esperanza. Al ofrecer un espacio para la libre expresión y la difusión del arte, la revista no solo acorta distancias entre artistas y público, sino que también se convierte en un motor de cambio social y cultural.
Con más de una década de existencia, Mimeógrafo mira hacia el futuro con optimismo y determinación. Proyectos como «Sabak’ che» y la editorial «Itzamna» se suman a la misión de la revista de ampliar su alcance y promover la cultura en todas sus formas. A pesar de los desafíos financieros y la falta de apoyo institucional, Mimeógrafo avanza gracias al compromiso y la dedicación de su equipo y colaboradores.
En un mundo cada vez más digitalizado, Mimeógrafo demuestra que el arte y la cultura siguen siendo fundamentales para la sociedad. Con cada edición, la revista se convierte en un testimonio del poder transformador del arte y un recordatorio de la importancia de proteger y promover la libertad creativa en todas sus formas.

Foto: Cortesía
Pie de foto: Con cada edición, la revista se convierte en un testimonio del poder transformador del arte.