El homenaje se realizó en el marco de la tercera jornada del INAHfest

Isabel Nigenda Noticias

En el marco de la tercera jornada del INAHfest, que se llevó a cabo en Ecatepec, Estado de México, se rindió homenaje al arqueólogo Rubén Cabrera Castro (1934-2023), destacado investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Cabrera Castro, originario de Coatepec Costales, un pequeño poblado en el municipio guerrerense de Teloloapan, siempre se consideró «nieto de Cuauhtémoc», el valiente tlatoani que enfrentó el asedio final de Tenochtitlan, ya que se dice que su abuela paterna era oriunda de esa localidad.
La vida y obra de Cabrera Castro estuvieron marcadas por una serie de coincidencias y desafíos. Sus hijos, Rubén y Oralia Cabrera Cortés, ofrecieron una emotiva conferencia en la que recordaron al científico y al hombre entrañable que fue su padre. Revelaron que, aunque su acta de nacimiento está fechada en 1934, fue registrado después de su nacimiento, por lo que este año habría cumplido 89 años en papel, pero en realidad tenía 93 años.

Cabrera Castro nació en una familia de habla náhuatl encabezada por Feliciano Cabrera y María Castro. Desde temprana edad, enfrentó pruebas difíciles, ya que sus padres fallecieron antes de que cumpliera nueve años. A esa edad, migró a Iguala y Cuernavaca, donde trabajó como repartidor de periódicos y tocaba los platillos en una banda de música. Fue en la capital morelense donde conoció a la familia Cerezo, dueña de una posada, que le brindó un lugar para vivir y le permitió completar su educación primaria.
Junto con sus benefactores, Rubén Cabrera se trasladó a la Ciudad de México, donde trabajó en una perfumería de la familia Cerezo y asistió a la escuela secundaria nocturna. Posteriormente, cursó la preparatoria en el antiguo Colegio de San Ildefonso. El encuentro de Cabrera con la antropología y la arqueología fue fortuito. En los años 50, sufrió un accidente en motocicleta que lo obligó a abandonar su trabajo y sus estudios iniciales en arquitectura.
Su hijo, Rubén Cabrera Cortés, recordó: «Nos contó que, en cierta ocasión, caminando por la calle de Moneda, alguien le entregó un panfleto y le recomendó inscribirse en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde le dijeron que también se le podría dar una beca». A partir de ese momento, inició una carrera meteórica que lo llevó a convertirse en maestro en arqueología por la ENAH y, más tarde, a retomar su pasión por la arquitectura en su doctorado en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Durante el homenaje, Oralia Cabrera destacó algunos de los proyectos más importantes en los que su padre participó, como la exploración arqueológica que acompañó la construcción de la Línea 1 del Metro de la Ciudad de México en la década de 1960. «Contaba la anécdota de cómo él y otros colegas se sentaron muchas veces en las zanjas para evitar el ingreso de la maquinaria y preservar el patrimonio, como la Pirámide de Ehécatl, que se exhibe en la estación Pino Suárez. Los trabajadores tenían la encomienda de acelerar los procesos con el uso de excavadoras», relató Oralia Cabrera.
Además de su investigación en la historia de su estado natal, Guerrero, así como en el Estado de México y Morelos, Cabrera Castro dedicó la mayor parte de sus 64 años dentro del INAH al estudio de la Zona Arqueológica de Teotihuacán. No solo se enfocó en las áreas monumentales, sino también en los espacios periféricos, como el barrio de La Ventilla.
La arqueóloga Oralia Cabrera mencionó otro descubrimiento significativo en el que trabajó junto a su padre: «En 1986, trabajé bajo las órdenes de mi padre en este mismo lugar, la Casa de Morelos, donde, con el apoyo del antropólogo físico Zaid Lagunas Rodríguez, encontramos el entierro de una mujer adulta con una ofrenda teotihuacana, en el área de la Capilla de San Juan Acalhuacan».
Los hijos de Rubén Cabrera, acompañados por su viuda, Mercedes Cortés Hernández, agradecieron a la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y al INAH por el homenaje rendido a su padre. «Sabemos que él será recordado por sus contribuciones a la arqueología de Teotihuacán y a la protección del patrimonio cultural. Sin embargo, nosotros lo celebraremos como un hombre amable, de sonrisa amable, que tuvo una vida plena y fue el mejor esposo, padre y abuelo», concluyó Oralia Cabrera.
Como cierre del homenaje, los titulares del Centro INAH Estado de México y del Centro Cultural Ecatepec, Casa de Morelos, Nahúm Noguera Rico y Dory MacDonald Vera, respectivamente, entregaron un reconocimiento a los familiares del destacado arqueólogo como agradecimiento por su participación en el INAHfest.
El homenaje al arqueólogo Rubén Cabrera Castro fue un tributo merecido a su destacada trayectoria y aportes a la arqueología mexicana. Su legado perdurará en la memoria de quienes valoran la preservación y el estudio del patrimonio cultural de México.

Foto: Cortesía.
Pie de foto: El homenaje fue un tributo merecido a los aportes a la arqueología mexicana.