El principal espacio escénico para las clases trabajadoras
Karla Gómez NOTICIAS

La Fonoteca Nacional presentó el libro Las músicas de las carpas 1890–1930. Construcción musical de la pobreza, una obra de la musicóloga Natalia Bieletto-Bueno que explora la historia de las carpas de variedades como escenarios de transformación social, conflicto urbano y formación de identidades populares en la Ciudad de México, entre finales del siglo XIX y el periodo posrevolucionario. Publicado por la editorial AM con el apoyo del Sistema de Creación de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, el libro ofrece una mirada detallada a los mundos sonoros de las clases populares en una ciudad marcada por el contraste social.
A lo largo de su investigación, Bieletto reconstruyó los paisajes sonoros de una urbe en constante cambio, utilizando fuentes como archivos fonográficos, documentos y prensa. Las carpas, esos teatros desmontables que recorrían plazas y barrios con música, comedia, magia y hasta boxeo, fueron fundamentales para el desarrollo del espectáculo en México, pero también se convirtieron en espacios donde se moldearon las visiones sociales de clase y pobreza urbana.
Entre 1890 y 1930, las carpas fueron el principal espacio escénico para las clases trabajadoras de la Ciudad de México. Instaladas en patios, plazas o terrenos baldíos, ofrecían espectáculos populares accesibles que combinaban música, sátira política y comedia, dando cabida a las voces de los sectores más humildes. En estos escenarios nacieron figuras icónicas como “Palillo” y “Cantinflas”.
En la presentación del libro, el investigador Fernando Eslava Estrada, especialista en música popular mexicana, destacó que, durante el Porfiriato, las carpas fueron mal vistas por el régimen, ya que se consideraban espacios marginales. Sin embargo, también se reconocía su capacidad para mitigar otros problemas sociales, convirtiéndose en una herramienta de control indirecto. Eslava explicó que las autoridades permitieron su existencia como una forma de evitar que las clases populares se dedicaran a la bebida o la vagancia.
Por su parte, Alejandro García Sudo, musicólogo y especialista en música popular, elogió la accesibilidad de la obra, subrayando que Las músicas de las carpas es tanto rigurosa como amena, diseñada para ser disfrutada por el público general, sin necesidad de conocimientos previos en musicología.
La musicóloga Maby Muñoz Hénonin, coordinadora del Programa de Maestría y Doctorado en Música de la UNAM, destacó la capacidad de Bieletto para reconstruir un universo sonoro perdido. “Las carpas eran espacios físicos móviles, pero lo que realmente marcaba la diferencia era el imaginario sonoro que creaban. Esta obra revive ese sonido, tan importante en la vida cotidiana de la Ciudad de México”, afirmó.
Natalia Bieletto-Bueno, en su intervención, explicó que su investigación defiende una visión humanista de la historia de la música popular y del teatro musical. La fecha de corte, 1930, coincide con el auge de la radiodifusión comercial, un factor que transformó la escena de las carpas, llevando a sus figuras hacia los estudios de grabación.
Al cierre de la presentación, Fernando Eslava concluyó: “Este libro es una síntesis de lo que implica viajar al pasado, una obra escrita con la intención de ser disfrutada por el público en general, lo que le otorga un valor adicional”.
Con Las músicas de las carpas, Bieletto-Bueno ha logrado no solo reconstruir un periodo clave en la historia del espectáculo mexicano, sino también preservar un sonido que fue, por décadas, el soundtrack de la vida de las clases populares en la Ciudad de México.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: Con Las músicas de las carpas, Bieletto-Bueno ha logrado no solo reconstruir un periodo clave en la historia del espectáculo mexicano.