Daniela Grajales NOTICIAS

PIE DE FOTO: Ramilleteros se encargan de entrelazar aquellas flores y hojas de las plantas para crear el “Joyonaqué”. Foto: Daniela Grajales

Previo al día de San Marcos,en el atrio de la Catedral de esta ciudad capital, ramilleteros se reunieron para realizar la ofrenda a dicho santo, y es que año con año, estas personas se encargan de entrelazar aquellas flores y hojas de las plantas para crear el “Joyonaqué”, una combinación de flores de mayo, bugambilias, crisantemos, entre otras. Para realizar este ramillete utilizan agujas e hilos de ixtle o rafia, los ramilleteros van ensartando cada rollo de hojas o como ellos le dicen “cigarros”. Todo esto para ser colocado frente al altar del santo patrono.
Los llamados “joyonaque” o “ramilletes y forman parte del complejo de ofrendas propias de los zoques. Etimológicamente viene de joyó, flor, y naqué, costura, es decir, “flor cosida” o “flor costurada”. Los joyonaqués son estructuras de flores y hojas dobladas, ensartadas y cosidas, de ahí su nombre, para formar algunas imágenes tradicionales, y pueden remitir de alguna manera a “escudos”.
Una decena de hombres, provenientes del municipio de Ocuilapa, hicieron acto de presencia en la Catedral de San Marcos como desde hace 20 años lo hacen, dan formas a las más variadas y vistosas estructuras de estas ofrendas para ser presentadas a San Marcos, Santo Patrono de la capital chiapaneca.
Esta ofrenda es elaborada con hojas de mango, el tallo de la flor llamada Lirio Palenque y bugambilia y es gracias a la habilidad de los joyonaqueros que estos elementos toman formas. Sin embargo, en ocasiones aplican otros elementos como: flor de mayo, musá, chuy, hoja de palenque, chucamay y flor de bugambilia.
Las flores y hojas de distintos colores forman figuras establecidas por la Costumbre: la Custodia o Santísimo, el sol, la paloma, la paloma de dos cabezas, el remolino o viento, águilas con una o hasta cuatro cabezas, el gorrión, la chuparrosa, los dos carpinteros, la luna, el arcoíris, la carreta (especialmente elaborado para San Pascualito), el Espíritu Santo, la estrella, la cueva o “el cero”, y nuevos diseños en una suerte de sincretismo entre la cosmovisión indígena y el catolicismo.
Estas ofrendas son elaboradas por un grupo de artesanos, formado por el maestro ramilletero o maestro de ramillete, apoyado por un equipo de ayudantes, genéricamente conocidos como “ramilleteros”, de número variable según la cantidad de piezas que se deban manufacturar. La tradición de la hechura de los ramilletes comienza a ampliar los límites de la costumbre a través de la incorporación reciente de mujeres en este trabajo, antiguamente reservado a los hombres, y aún más, con la floreada de la primera mujer ramilletera dentro de la Mayordomía del Rosario.