La historia de doña Rosario es ejemplo de perseverancia

Carlos Sánchez NOTICIAS

La elaboración de tamales también es símbolo de unión familiar. – Foto: Carlos Sánchez

Desde hace 34 años doña María del Rosario Culebro Gómez se dedica a la elaboración y comercialización de tamales en el mercado Juan Sabines Gutiérrez, localizado en la zona centro de Tuxtla Gutiérrez y considerado como el de mayor afluencia y tradición por la población chiapaneca.
Esta tradición surgió por su abuela como una necesidad de tener un empleo para generar ingresos a la economía familiar, posteriormente la receta paso a manos de su madre y después a ella, quien manifiesta que resguarda con mucho amor y nostalgia, pues desde corta edad aprendió este oficio que le ha permitido sacar adelante a su familia.
“Ellas fueron de años, de 70 años tal vez ya, 60 años y nada más yo llevo 34 años, no estaba este mercado todavía, estaba allá -señala con la mano- por allá por la Granda, se ponían mis abuelas, mi mamá, todas ellas se ponían allá, ya cuando hicieron este mercado, porque este mercado ya va dos veces que lo van remodelando, la primera vez fue cuando se pasaron para acá ellas y de ahí nosotros nos quedamos, ya llevamos 34 años”, puntualiza.
Actualmente doña Chayo como muchos de sus vecinos locatarios la conocen, tiene 51 años y cuenta que desde sus 16 comenzó a involucrarse en la cocina y con la elaboración de los tamales, pues dentro de las tareas que le asignaban estaba el limpiar las hojas y llevar al molino el maíz o nixtamal para la elaboración de la masa.
Ricardo Pérez contrajo nupcias con Rosario Culebro cuando tenía 22 años, es originario de Tonalá, Chiapas, la zona de la Costa del estado, cuenta que cuando comenzó su matrimonio no sabía guisar los tamales, pero su suegra fue la encargada de enseñarle el procedimiento y desde ahí ni el sol ni la lluvia, lo han detenido para continuar con la tradición.
“Es nuestro trabajo de toda la vida que llevamos aquí vendiendo los tamalitos, que son los 34 años, me enseñó su mamá de ella -doña Chayo- fue la que me enseñó a hacer lo que sabemos, el atol agrio, amasar la masa, lo que lleva de aceite, todo eso me lo enseñó su mamá”.
Doña Chayo también recuerda que elaborar los tamales no solo tenía un significado de trabajo entre su familia, sino que también era una forma de que la familia se reuniera, pues entre la preparación platicaban anécdotas, experiencias y hasta se daban consejos.
“Eran las dos o tres de la mañana y seguíamos trabajando, por ejemplo en las fechas de Todo Santo, me gusta mi trabajo, las cosas que tenemos es gracias a esto, mi carrito ya tiene años que lo tengo, no lo cambio porque gracias a Dios me salió bien, pero ahí vamos poco a poco”.
Sin duda los tamales tienen una gran historia y que cada día se reescribe, al menos en Chiapas es un alimento clásico utilizado tanto en cumpleaños, fiestas patronales, religiosos y que seguramente continuará evolucionando como parte de la historia, además de seguir deleitando el paladar de propios y extraños.