Juan, el niño mostro que desafió a su destino

Isabel Nigenda Noticia

Foto: Isabel Nigenda. – La historia está aderezada con mitos griegos y prehispánicos.

Una noche lluviosa de 1580, en Taxco Guerrero nació Juan. Su padre era un hombre muy rico propietario de minas, por lo que, de entrada, su posición económica estaba asegurada.
Sin embargo, el aspecto físico del niño era peculiar: de cabello rojo y bajo de estatura, tenia dos jorobas -una en la espalda y otra en el pecho-. Por si fuera poco, cojeaba de su pierna derecha y su mano izquierda tenía dos dedos unidos.
El padre le había confiado a la nana Chuy el cuidado del niño y había mandado a construir una habitación lujosa para él. Podría decirse que Juan tenía todo… menos libertad.
Un día, cuando el niño tenía nueve años, jugaba en el jardín persiguiendo a un colibrí cuando se dio cuenta que la reja estaba abierta. Sin pensarlo, el niño salió a la calle y comenzó a caminar hasta que llegó a la iglesia de Taxco. Al llegar ahí, el niño Juan vio a las palomas y quiso correr para espantarlas.
Fue entonces cuando una niña lo vio y le gritó a su madre:
«-Un mostro, mamá. Un niño mostro-».
Era la primera vez que Juan escuchaba esa palabra. Más tarde le preguntaría a su nana y al personal de servicio de su casa qué significaba.
Así inicia “El zoológico de monstruos de Juan Mostro Niño”, la cual es una obra de ficción histórica del autor mexicano Emilio Ángel Lome que nos lleva a conocer la vida de Juan Ruiz de Alarcón, uno de los principales dramaturgos de la época de oro del Siglo Español. La historia comienza con el nacimiento de Juan, un niño peculiar con cabello rojo, dos jorobas, cojera en su pierna derecha y dos dedos unidos en su mano izquierda. A pesar de ser el hijo de un rico propietario de minas, Juan carece de libertad y vive encerrado en una habitación lujosa bajo el cuidado de su nana Chuy.
La trama se desata cuando el niño Juan, de nueve años, escapa de su hogar y llega a la iglesia de Taxco, donde es visto por una niña que lo llama «mostro». Esta palabra lo lleva a preguntar a su nana y al personal de servicio de su casa qué significa. Es entonces cuando comienza su búsqueda por descubrir la verdad sobre su apariencia física y sobre los monstruos que pueden existir en su interior.
La historia está aderezada con mitos griegos y prehispánicos, lo que enriquece aún más el relato. Las ilustraciones de Amanda Mijangos son hermosas y ayudan a dar vida a los personajes y a los lugares que aparecen en la trama.