Este primer número explora la vida y la muerte a partir de una de las tradiciones con mayor importancia para los chiapanecos

Isabel Nigenda Noticias

Foto: Cortesía. Pie de foto: Colección Luz de ámbar, espacio para la publicación de minificciones escritas en Chiapas.

¡Calabacitas, tías!, antología editada por la editorial Chicatana ediciones, es el primer número de la Colección Luz de ámbar, la cual tiene por objetivo ser un espacio para la publicación de minificciones escritas en Chiapas y de esta manera impulsar la creación, el conocimiento y el amor por el género en la entidad, así lo dio a conocer la escritora Karla Barajas, directora de la editorial.
Así también, destacó que, este primer número explora la vida y la muerte a partir de una de las tradiciones con mayor importancia para los chiapanecos, que es el Día de Muertos: «Es respetable para quien no crea en ello, pero es importante ver cómo cada una de nuestras culturas lo vive».
En el libro participan: Adriana Azucena Rodríguez, Jerónimo Aguilar, Selene Argueta, Ajedsus Balcázar Padilla, Rita Cerezo, Carlos Alberto de la Cruz Suárez, Daniel Falconi, Kiara Fernández, Adelita de León, Luz Martínez, Tania Molina, Edgar Núñez Jiménez, Cindy Ramos, Yadira Rojas, Ney Antonio Salinas, Kiki Suárez, Lyz Sáenz, Cinthya Vasconcelos, Samantha Velasco Barajas, José de Jesús López Avendaño y José Zenteno Aguilar.
La entrevista mencionó que dicho libro mantiene el espíritu del Día de Muertos, puesto que, cada autor o autora, nacida o radicada en Chiapas, preparó minificciones en las cuales nos hablan del significado de la vida, muerte y la tradición, desde sus creencias, lenguajes y lenguas.
«En el caso de la escritora Lyz Sáenz presenta dos minificciones en español y en lengua zoque. Por su parte, las artistas Mariauxilio Ballinas, Kiki Suárez y Cindy Ramos comparten narrativas visuales y fotografías para este altar simbólico. La Señorita Cafetera participa con una serie de imágenes a través de la técnica de acuarela y Carito Moroqui
con grabados, una intervención a un cráneo y una imagen de
calavera, hecha con tonos pastel. Los trabajos siguen una trama temática y un tono», dijo.
De igual forma, compartió que, la narrativa visual estática que presenta Kiki Suárez, evidencia los procesos de duelo ante las enfermedades y la muerte. Nuevas amistades, acompañada de una obra gráfica de carácter narrativo, así como el conjunto de su obra nos muestra el proceso o recorrido hacia la muerte y la transformación de las personas ante un diagnóstico.
«Cindy Ramos, propone a través del microrrelato audiovisual Saudade, la conexión con su abuela, incluso después de la muerte. La artista colombiana radicada en el estado, desde hace más de cinco años, en su selección fotográfica nos muestra imágenes como un policía, sinónimo de muerte o el transitar de los exánimes para poder degustar una vez más de la comida. Carito Moroqui llena de colores y texturas representativas de la tradición, así como de los elementos que componen nuestros altares: el papel picado, las calaveritas de azúcar y aquellas con tonos encendidos», indicó Karla Barajas.
Además, detalló que La señorita Cafetera exterioriza una mirada intimista, en donde las protagonistas son su madre y ella, así como elementos alusivos a la vida, muerte y tradición tuxtleca.
«Si bien existen antologías de poesía y narrativa, no había una que reuniera el trabajo de escritura de autoras o autores radicados o nacidos en nuestro estado. Pueden hacer la revisión en el Archivo del microrrelato mexicano. Fuentes para su estudio (1917-2020) ‘Conceptos, núm. 1 2020)’, del investigador Javier Perucho, donde se registraron 651 libros clasificados en el género de la minificción. También pueden preguntar a quienes se dediquen a los estudios del género», añadió.
La idea de hacer ¡Calabacitas, tías!, surgió hace años, puesto la autora quería hacer una antología que llevara parte nuestro patrimonio en sus letras: «Donde pudiéramos oler el incienso, la juncia, escuchar las diferentes lenguas, las palabras que solo entre chiapanecos entenderemos. Elegí para ello mis fechas favoritas del año. Recordé los cuadros que me habían transmitido no solamente la esencia del Día de Muertos, sino el saber que la muerte está cerca porque tienes una enfermedad terminal y cómo se vive con ese duelo, pensé en el trabajo de Kiki. El duelo estaba presente en esa mirada intimista de escritura y pintura de la señorita Cafetera, quien nos comparte la dolorosa pérdida de un ser querido. Independientemente de la religión o creencias creo que comprendemos, la ausencia, la necesidad de escuchar esa voz que se va borrando con el tiempo y que no queremos que nos deje. El duelo de un pediatra al ver a sus pacientes morir, esa lucha con la muerte. Y la vida de una niña pidiendo ¡Calabacita, tías! Eso tenía que estar en el libro, que va más allá de un Día de Muertos, ahí va nuestra esencia como mortales», puntualizó.