INAH Tamaulipas desvela la vida en Cima de San José

Karla Gómez Noticias

En el enclave conocido como Cima de San José, un equipo de especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha llevado a cabo una fascinante recuperación que constituye la mayor muestra osteológica de antiguos pobladores del suroeste de Tamaulipas hasta la fecha. Esta reveladora excavación incluye los restos de 48 enterramientos individuales y múltiples, junto con la presencia de numerosos fogones, brindando una visión única de la vida y las costumbres de estos antiguos habitantes.

La exploración se llevó a cabo en una sección de lo que alguna vez fue un asentamiento prehispánico vinculado a los complejos culturales Pueblito y Huasteca. Este proyecto fue posible gracias a la supervisión de la Secretaría de Cultura federal, a través del Centro INAH Tamaulipas, que se encargó de monitorear la construcción de una carretera que conectará los municipios de Mante, Ocampo y Tula.

Las secciones de Arqueología y Antropología Física del INAH han estado trabajando arduamente en el registro, recuperación, estudio y análisis de estos materiales arqueológicos y osteológicos. Este proyecto de salvamento arqueológico ha llevado al descubrimiento de más de 40 individuos en la porción norte de la Huasteca tamaulipeca a principios de 2023.

Esteban Ávalos Beltrán, coordinador del proyecto, destaca que los entierros de Cima de San José superan en número a los anteriores descubrimientos, pero es probable que compartan la misma temporalidad, ubicándose en los períodos Clásico Temprano y Medio. El hallazgo de 18 fogones en las áreas de enterramiento proporciona material valioso para la datación absoluta a través de diversas técnicas.

Los primeros análisis malacológicos, los atributos tecnológicos de la cerámica y la lítica, así como las prácticas culturales observadas, sugieren un nodo de conexión entre las cronologías propuestas para diversas áreas, indicando que el sitio pudo haber sido ocupado entre 250 y 650 d.C.

Cima de San José, ubicada a 80 metros de altura en una loma nivelada, es testigo de la convivencia única entre el bosque de la Sierra Madre Oriental y el semidesierto chihuahuense, donde pinos y encinos coexisten con agaves y cactus.

Este sitio desentraña su importancia en las creencias y la organización sociopolítica de los antiguos habitantes del área. Además, la presencia de vestigios de edificaciones, fogones y la gran cantidad de entierros con sus ofrendas indican su relevancia histórica. Los individuos fueron cuidadosamente inhumados en fosas excavadas y cubiertas por lápidas, revelando prácticas funerarias sofisticadas.

Destacando el nivel de detalle y cuidado en los enterramientos, algunos individuos fueron depositados en posición flexionada sedente, dorsal o lateral, con orientaciones relacionadas con la salida y puesta del sol. La sorprendente cantidad y variedad de ofrendas incluyen vasijas de tipo Zaquil Negro y Rojo, pipas de cerámica, pendientes de conchas marinas, huesos de ave, punzones de hueso de venado, lascas de pedernal blanco, navajas de obsidiana gris y pendientes de piedra verde.

Foto: Cortesía.

Pie de foto: Este sitio se convierte así en uno de los últimos lugares excavados con rigor científico en el suroeste de Tamaulipas.