Tesoros lingüísticos amenazados por el tiempo y la modernidad

Karla Gómez Noticias

En el estado de Chiapas, donde los ríos susurran secretos antiguos, la diversidad lingüística es tan rica y variada como sus paisajes. Sin embargo, esta riqueza está siendo amenazada por el paso del tiempo y los embates de la modernidad.

Según el Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literaturas Indígenas (Celali), Chiapas alberga un total de 12 lenguas originarias aún en uso. En el corazón de esta tierra ancestral, el Día Internacional de la Lengua Materna, celebrado el 21 de febrero, sirve como un recordatorio sombrío de la fragilidad de estas lenguas.

La protagonista indiscutible en este escenario lingüístico es la bats’il k’op tseltal, con 562,120 hablantes, seguida de cerca por el bts’i k’op tsotsil, con 531,662, y el lakty’ añ-ch’ol, con 210,771. Sin embargo, a medida que descendemos en la lista, nos encontramos con un panorama cada vez más desolador.

Las cifras se desploman abruptamente para lenguas como el jach-t’aan-lacandon, con apenas 774 hablantes, y el popti-jakalteco, con 366. Incluso más alarmantes son los números en rojo, como los 117 hablantes del qato’k-mochó y los desgarradores 44 del yol-kakchinel, cuyas voces parecen desvanecerse en el viento.

Los especialistas en la materia levantan una voz de alarma, instando a la implementación de políticas públicas que salvaguarden este invaluable patrimonio cultural. Migración, inseguridad, falta de apoyo al campo y discriminación son vientos huracanados que erosionan las bases mismas de estas lenguas, forzando a las generaciones jóvenes a abandonar sus raíces lingüísticas en busca de oportunidades en un mundo que a menudo las margina.

El reciente fallecimiento de Juana Ortiz Gutiérrez, una guardiana de la lengua mochó de Motozintla, resuena como un eco lúgubre que nos recuerda la urgencia de la situación. A sus 89 años, se llevó consigo una vasta riqueza lingüística, una biblioteca de sabiduría ancestral que ahora se desvanece en el abismo del olvido.

Foto: Karla Gómez

Pie de foto: El Día Internacional de la Lengua Materna, celebrado el 21 de febrero, sirve como un recordatorio sombrío de la fragilidad de estas lenguas