La despedida poética del mago blanco

Karla Gómez NOTICIAS

En un escenario donde la frontera entre la realidad y la alucinación se disuelve, Errantes, viaje a la memoria propone un recorrido emocional, íntimo y profundamente humano. La obra, escrita, dirigida e interpretada por Gilberto González Guerra, es presentada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Teatro y Onírico Danza Teatro del Gesto. Esta propuesta escénica se presenta como un tributo poético a la fragilidad de la existencia y al poder transformador de la imaginación.
El protagonista es un mago blanco, un viajero entre mundos, ahora enfermo y al borde de la muerte. Confundido entre sus delirios y la realidad, es visitado por sus propios personajes, los errantes: seres nacidos de su creatividad que regresan para acompañarlo en este último viaje. Con ellos compartirá recuerdos, aventuras y secretos de los universos que juntos habitaron. El encuentro, cargado de nostalgia y ternura, es también una oportunidad para la reconciliación con su historia y consigo mismo.
Inspirada en vivencias personales, la obra tiene un trasfondo autobiográfico. Gilberto González creó este montaje tras acompañar a su madre en su proceso de enfermedad y fallecimiento. También es una reflexión sobre su propia experiencia cercana a la muerte durante una profunda depresión. Desde esa vivencia, surgió la necesidad de hablar de la muerte no desde el drama, sino desde el amor y la sublimación. “Quise que el amor superara esa parte caótica; quise sublimar la muerte”, comenta el autor.
Errantes, viaje a la memoria se nutre de lenguajes diversos como la danza contemporánea, el teatro físico, el clown, el uso de objetos, sombras y una estética profundamente sensorial. La música original de Manos Milonakis, el diseño escenográfico de Patricia Gutiérrez y el propio González, la iluminación también de Gutiérrez y el vestuario de Estela Fagoaga, conforman una puesta en escena onírica, donde cada elemento contribuye al viaje interior del espectador.
Con funciones hasta el 22 de junio en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky del Centro Cultural del Bosque, esta obra es un acto de amor convertido en arte. Es un recordatorio de que incluso en la antesala de la muerte puede surgir la belleza, la memoria compartida y el consuelo de los vínculos que nos han definido.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: Inspirada en vivencias personales, la obra tiene un trasfondo autobiográfico.