Un viaje a los orígenes de américa en Santa Lucía

Karla Gómez NOTICIAS

Desde las reveladoras excavaciones en Santa Lucía, durante la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), un descubrimiento ha capturado la atención de la comunidad arqueológica y científica: el esqueleto de «Yotzin». Este hallazgo podría devolver a la Cuenca de México su lugar como epicentro de investigaciones sobre la evolución humana en tiempos precerámicos, un periodo que ha fascinado a generaciones de científicos.

El esqueleto, hallado en un sitio conocido como M3, cerca del cerro y poblado de Xóloc a 2,241.58 metros sobre el nivel del mar, ofrece un vistazo al pasado profundo de la región. De acuerdo con el equipo multidisciplinario del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dirigido por el arqueólogo Rubén Manzanilla López, «Yotzin» es un individuo adulto de entre 25 y 30 años, con una estatura de 1.75 metros, que parece haber vivido alrededor de 10,000 años atrás, al final del Pleistoceno e inicios del Holoceno.

Las características físicas de «Yotzin» indican un individuo robusto, con un cráneo alargado y signos de desgaste en los dientes que sugieren el uso de estos como herramientas, posiblemente para procesar pieles o fibras. Estas marcas, junto con otras evidencias, apuntan a un estilo de vida de cazadores-recolectores, en contraste con las prácticas agrícolas que caracterizarían a las poblaciones posteriores.

El antropólogo físico Jorge Arturo Talavera González ha señalado que las huellas en los huesos revelan una vida activa, adaptada a un entorno que requería movilidad y fuerza. Además, los estudios iniciales han identificado patologías como migrañas y infecciones, proporcionando un vistazo a las condiciones de salud de los primeros habitantes de la región.

El contexto geológico del hallazgo, analizado por el biólogo Lauro González Quintero y el geólogo Antonio Flores Díaz, sugiere que «Yotzin» fue enterrado en un periodo interglaciar, lo que podría ayudar a los investigadores a entender mejor el clima y los ecosistemas que prevalecían en la Cuenca de México durante ese tiempo.

El sitio M3, con sus cinco capas estratigráficas, ha sido crucial para entender la historia ambiental y cultural de la región. Las capas IV y V, que indican un antiguo pantano, junto con las capas superiores de Gleysol, ofrecen un rico contexto para los estudios paleontológicos y arqueológicos, sugiriendo que «Yotzin» podría haberse relacionado con especies de megafauna que habitaban la zona.

El equipo de investigación del INAH, incluyendo a la arqueóloga Patricia Dolores Cázares Rodríguez, continúa trabajando en este significativo hallazgo, esperando confirmar la antigüedad de «Yotzin» mediante fechamientos de radiocarbono. Este proceso no solo podría confirmar su valor histórico, sino también ampliar nuestra comprensión de los primeros pobladores de América.

Para aquellos interesados en profundizar en este fascinante hallazgo, el INAH presentará un programa especial el 20 de junio de 2024, a las 11:30 horas, como parte de la serie ‘Somos nuestra memoria’. El programa será accesible a través del canal de YouTube de Radio INAH, ofreciendo una plataforma para que el público en general se conecte con este viaje al pasado.

Este descubrimiento no solo es un testimonio de la riqueza histórica de México, sino también un recordatorio de la continua importancia de la investigación arqueológica en la comprensión de nuestras raíces más profundas. «Yotzin» podría ser la clave para desentrañar uno de los capítulos más antiguos y misteriosos de nuestra historia.

Foto: Karla Gómez

Pie de foto: El esqueleto, hallado en un sitio conocido como M3, cerca del cerro y poblado de Xóloc a 2,241.58 metros sobre el nivel del mar, ofrece un vistazo al pasado profundo de la región.