Karla Gómez NOTICIAS

En una potente mezcla de teatro, danza, música y verso, Divine Narciso, una transustanciación de la obra clásica de sor Juana Inés de la Cruz, se prepara para cautivar al público en la Plaza Ángel Salas del Centro Cultural del Bosque. Bajo la dirección de Olivia Barrera y la interpretación de Mariano Ruiz, esta adaptación contemporánea busca reconfigurar el mito novohispano de El divino narciso, para abordar temáticas de corporalidad trans y discursos de odio.

La puesta en escena, presentada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), tendrá una breve temporada del 19 al 27 de octubre, con funciones gratuitas los sábados y domingos a las 14:00 horas.

La obra utiliza una estructura transdisciplinaria para narrar la historia de Narciso desde múltiples lenguajes escénicos. A través de la fusión de elementos de la danza, la música —incluyendo géneros como el high energy y la cumbia sonidera— y el verso, el montaje lleva al público a acompañar a Narciso en su búsqueda de identidad, donde el mito clásico se transforma en una alegoría de la experiencia trans.

En esta versión, Narciso, habitualmente presentado como la dualidad entre Jesús y Dios, es reinterpretado como una corporalidad trans. Su conexión con la Naturaleza humana, simbolizando la humanidad, se convierte en el núcleo de la obra, mientras que Eco, tradicionalmente su amante rechazado, encarna los discursos de odio que buscan separar a Narciso de su esencia humana. Sin embargo, el encuentro final entre Narciso y la Naturaleza humana es inevitable, sellando un mensaje de fusión, aceptación y amor propio, una temática central en la obra.

Mariano Ruiz, creador e intérprete de Divine Narciso, reflexiona sobre la pertinencia de esta puesta en escena en el contexto actual: “El 2024 ha sido un año de grandes contrastes para las personas trans en México”, señala, haciendo referencia tanto a la violencia y desinformación que sufren los cuerpos disidentes como a avances legales importantes, como la tipificación del delito de transfeminicidio en la Ciudad de México.

Para Ruiz, esta obra escénica es una respuesta política y artística a la violencia que enfrentan las corporalidades diversas. “Hablar sobre corporalidades disidentes y visibilizar las problemáticas que nos atraviesan se convierte en un acto político”, menciona. En este sentido, el arte se vuelve una plataforma para contrarrestar los discursos de odio, no solo a través de la narrativa, sino mediante la presencia misma de cuerpos diversos en escena.

La obra de sor Juana Inés de la Cruz, El divino narciso, escrita en el contexto del barroco novohispano, encuentra en Divine Narciso un nuevo significado, uniendo el pasado con la urgencia del presente. La poética de la religiosa mexicana se mezcla con la contemporaneidad, y el mito de Narciso se reinterpreta como un llamado al autoconocimiento y la aceptación personal, donde las fronteras entre lo divino y lo humano se difuminan.

Para el público, Divine Narciso promete ser una experiencia sensorial y emocional que no solo narra una historia, sino que invita a cada espectador a mirarse en el espejo de Narciso y reencontrarse con su propia individualidad.

Foto: Cortesía

Pie de foto: Sor Juana en diálogo con el presente.