A través de una narrativa sensible y poderosa, la puesta en escena revela los efectos de la prisión más allá de sus muros
Karla Gómez NOTICIAS

En el proscenio, M (Maye Moreno) y N (Natacha Lopvet) están sentadas en una esquina. M sostiene un libro y un abanico; N observa a su alrededor. Hay silencio y calma…
Así comienza Fueradentro, una obra biográfica que emerge desde las entrañas del Reclusorio Femenil de Santa Martha Acatitla, donde sus protagonistas se conocieron y tejieron una relación que ha desbordado los muros del encierro. En escena, una celda se impone al fondo: camas pequeñas, una mesa de madera, una máquina de escribir. La prisión no es solo un lugar, es un tiempo suspendido que ahora se expone ante los ojos del público.

La obra, escrita por Maye Moreno quien pasó 16 años privada de la libertad y protagonizada junto a su compañera de vida y escena, Natacha Lopvet, es un ejercicio íntimo y político. Más allá de retratar la vida tras las rejas, Fueradentro pone en diálogo la experiencia carcelaria con el mundo exterior, confrontando al espectador con preguntas sobre el castigo, el estigma, la reconstrucción de la identidad y la posibilidad de amar en los márgenes.

A través de una narrativa sensible y poderosa, la puesta en escena revela los efectos de la prisión más allá de sus muros: la maternidad interrumpida, el desarraigo, la violencia institucional, el estrés postcarcelario. Pero también muestra cómo el arte y en particular el teatro se vuelve una herramienta de resistencia, un refugio para la memoria y una vía de autoconocimiento.
Con más de dos años en cartelera desde su estreno en 2022, Fueradentro ha encontrado eco en públicos diversos, como ocurrió recientemente en el Teatro de la Ciudad Emilio Rabasa, donde fue presentada en dos funciones. Allí, la obra resonó como un espejo incómodo y necesario de una sociedad que aún prefiere mirar hacia otro lado ante las vidas que ha decidido encerrar.

Desde el cuerpo y la palabra, Maye y Natacha sostienen un relato que no pide permiso, que interpela y conmueve. En sus voces habita la dignidad de muchas mujeres cuyas historias fueron silenciadas. Su complicidad en escena es también una declaración de amor y libertad.
Fueradentro no solo es teatro; es testimonio, es catarsis, es memoria viva. Es, como ellas mismas dicen, “una muestra del microcosmo del macrocosmo de la sociedad”. Un recordatorio de que, incluso en los márgenes, hay humanidad latiendo con fuerza.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: Fueradentro no solo es teatro; es testimonio, es catarsis, es memoria viva. Es, como ellas mismas dicen, “una muestra del microcosmo del macrocosmo de la sociedad”.