Karla Gómez NOTICIAS

Con una mezcla de franqueza, pasión y una vocación profundamente humana, Laura Almela inició su taller «El trabajo del actor sobre sí mismo», en el Centro Cultural Helénico, como parte del ciclo Grandes Maestras y Maestros de la Actuación Mexicana, una iniciativa de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México que, de marzo a septiembre de 2025, reúne a figuras fundamentales del teatro nacional.
Frente a 16 creadoras y creadores escénicos, Almela dejó en claro que más que impartir una clase, propone un espacio de intercambio y vulnerabilidad. “No siento que voy a dar una clase. Compartimos nuestras dudas, nuestras trabas, eso que nos hace vulnerables. Y, en ese compartir, establecemos un principio de cambio”, explicó. Con más de 70 montajes teatrales y premios como el Luisa Josefina Hernández a la Docencia Teatral, su trayectoria respalda una visión crítica y generosa del arte actoral.
Uno de los temas centrales de su propuesta es combatir la mecanización en escena, esa rutina que puede vaciar de sentido al acto teatral. “El teatro es suceso, es acontecimiento frente al espectador. La mecanización te robotiza. Lo que buscamos es evitar eso para acceder a algo auténtico”, afirma.
El taller se estructura con ejercicios enfocados en el contacto emocional, la creación de imágenes internas y la exploración de la poética personal. Almela define esta última como algo esencial: “La poética no es una rosa en la solapa. Es una forma legítima de expresión. Es cómo procesas el mundo y lo compartes. Es sofisticado, sí, pero profundamente humano”.
Desde su perspectiva, el teatro sigue siendo un espacio de rebeldía y de cuestionamiento. Por eso alienta a sus alumnos a “ser una lata, a no dejar pasar una, a leer mucho y atreverse a ser libres”.
Aunque ha trabajado en cine en películas como Güeros y Amores perros, Almela lo tiene claro: “El teatro es lo mío. Me da un horror bonito. Me gusta el camerino desvencijado, el garrafón de agua, la vida de teatro. Es el mejor oficio del mundo”.
Sobre las nuevas generaciones, dice que si bien el diálogo no siempre es sencillo, la enseñanza es mutua: “Son personas que se cuestionan, que se preguntan cosas. Eso es una condición maravillosa para trabajar”.
Para Almela, el actor no interpreta desde fuera: el cuerpo, la emoción y la palabra son el instrumento. “Ojalá fuéramos un violín, pero no lo somos. Somos humanos que nos partimos en pedazos para compartir con otros”.
El trabajo del actor sobre sí mismo continuará hasta el 6 de junio en el Centro Cultural Helénico. Para más información, se pueden consultar las redes sociales y la página oficial del recinto. Este taller no solo forma actores, forma también miradas críticas, poéticas vivas y comunidades escénicas.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: Para Almela, el actor no interpreta desde fuera: el cuerpo, la emoción y la palabra son el instrumento.