Tuxtla Gutiérrez de mis recuerdos, del ingeniero Gustavo Montiel
KARLA GÓMEZ NOTICIAS

En Tuxtla Gutiérrez, un libro se ha convertido en pieza clave para entender la historia local: Tuxtla Gutiérrez de mis recuerdos, del ingeniero Gustavo Montiel. La obra, poco conocida fuera de círculos especializados, reúne crónicas y fotografías de la ciudad durante las décadas de 1920 y 1930, cuando la capital chiapaneca comenzaba a consolidar su fisonomía urbana.
Fabián Rivera Juárez, propietario de la librería Libros Tuxtla, conoció el texto en su infancia, mientras cursaba la primaria en la escuela Rodolfo Figueroa. El profesor Manuel Beltrán González, quien impartía clases ahí, compartía copias fotostáticas del libro con sus alumnos y relataba pasajes sobre personajes, calles y costumbres del Tuxtla antiguo. Para Rivera, esa experiencia marcó su relación con la historia local.
“El profesor nos hablaba de cómo muchas cosas de la ciudad ya están perdidas y solo se conservan en fotografías”, relata. “Creo que ese acercamiento a materiales históricos es fundamental para preservar el patrimonio, aunque sea en la memoria”.
El ejemplar que hoy conserva tiene un valor más simbólico que económico. Aunque podría venderse en el mercado de libros raros por mil o mil quinientos pesos, Rivera prefiere digitalizarlo y ponerlo al alcance del público interesado. Explica que la obra también permite conocer la trayectoria del autor, ingeniero de origen oaxaqueño que trabajó en la Comisión de Caminos y vivió en Tapachula y Comitán, ciudades clave en la modernización de Chiapas en la primera mitad del siglo XX.
Además de conservar este título, Rivera desarrolla un proyecto personal: integrar una biblioteca dedicada a Tuxtla Gutiérrez, conocida como “la ciudad de los conejos”. Su objetivo es reunir y catalogar libros, documentos y fotografías que hablen de la capital chiapaneca. El plan incluye elaborar un inventario para identificar qué materiales existen y, posteriormente, analizarlos sin caer en visiones absolutas, sino como fuentes que ofrecen perspectivas distintas del pasado local.
Consultado sobre cómo se “lee” Tuxtla desde su experiencia, el librero señala que no hay una única interpretación. Reconoce que factores como el clima extremo o las lluvias torrenciales afectan la percepción de la ciudad, pero resalta que todavía conserva elementos valiosos: oficios tradicionales, calles tranquilas y una identidad que, a su juicio, debe interpretarse a partir de lo escrito. Recomienda visitarla entre octubre y marzo, cuando el clima es más favorable.
Para Rivera, el reto es construir una visión más sistemática de la ciudad, evitando romantizarla, pero reconociendo sus valores históricos y culturales. “Tuxtla todavía tiene mucho que ofrecer”, afirma. “Lo importante es saber mirarla y no dejar que su historia se pierda”.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: Para Rivera, el reto es construir una visión más sistemática de la ciudad, evitando romantizarla, pero reconociendo sus valores históricos y culturales.