La reencarnación de Janis Joplin- personaje que la dramaturga Laura Jiménez Abud creó para “Un vodka para Janis Joplin” -, cantó, brindó e hizo que la llamaran la bruja cósmica, tal y como solían llamar en los 60´s a la cantante

Isabel Nigenda / NOTICIAS

Foto: Isabel Nigenda. “Un vodka para Janis Joplin”, de Laura Jiménez Abud.

Era viernes por la noche, cuando las risas de los asistentes a un bar nocturno realizaron una pausa ante la llegada de una mujer que dice ser la reencarnación de Janis Joplin, interpretada por Maricela Sol Cuesy.

Al igual que la cantante estadounidense de rock y blues e ícono hippie de la década de los 60´s, aquella mujer portaba flores en el pelo y emanaba un vaho de paz y amor en su vestimenta. Estaba ebria, eufórica y urgida de saciar su sed con un vodka.

Entre las notas musicales propiciadas por René Carpio, la reencarnación de Janis Joplin- personaje que la dramaturga Laura Jiménez Abud creó para la comedia “Un vodka para Janis Joplin” -, cantó, brindó e hizo que la llamaran la bruja cósmica, tal y como solían llamar en los 60´s a la cantante.

Generalmente, en el teatro, las acciones de los personajes suelen estar contenidas dentro de tres paredes, una a la izquierda, una a la derecha y una al fondo. De igual forma, existe una cuarta pared, la cual es la que separa al público con lo que ocurre en escena. Sin embargo, cuando un actor interactúa con el público y lo invita a participar rompe con aquella pared invisible, imaginaria.

Precisamente, el rompimiento de la cuarta pared se da en la puesta en escena  “Un vodka para Janis Joplin”, la cual está bajo la dirección de Lennin de Zunún y la actuación está a cargo de Xiomara Estrada, quien escenifica a una ingenua mesera; y Carlos Ariosto, actor que da vida al huraño y en ocasiones mal intencionado encargado del bar.

Dichos personajes, junto a la reencarnación de Janis Joplin y el encargado de la musicalización interactuaron con el público que, al igual que en un bar solicitaron alimentos y bebidas, las cuales fueron llevadas por el personaje de la mesera y ayudantes.

En tanto, ante la mirada aparentemente severa del encargado del bar, quien buscaba asegurar la tranquilidad y el disfrute del público, la encarnación de Janis Joplin resultó ser un problema por lo que le solicita que se retire, al no conseguirlo decide calmarla con un vodka, sin embargo, no lo consigue.

Las acciones de los personajes y los diálogos que estos sostienen provocan en el público risas; y al final de la obra una reflexión en torno a la autenticidad y la dignidad de ser fiel a las propias aspiraciones.