Por su trayectoria y producción literaria que va de la poesía al cuento, la crónica e historia

Isabel Nigenda Noticias

Foto: Cortesía.Pie de foto: Cronista y poeta Armando Palacios Vázquez.

La Asociación de Cronistas del Estado de Chiapas, le entregó el Pergamino Bernal Díaz de Castillo al cronista y poeta Armando Palacios Vázquez.
El acto protocolario se llevó a cabo en las instalaciones del Centro Cultural Exconvento Santo Domingo, ubicado en Chiapa de Corzo, Chiapas.
Dicho reconocimiento dado al cronista y poeta de Acapetahua, recibió esta distinción por su trayectoria y producción literaria que va de la poesía al cuento, la crónica e historia.
Cabe destacar que ha participado en recitales en Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Quetzaltenango, Guatemala.
Sus trabajos han sido difundidos en diversos periódicos locales y nacionales. Es miembro de la Asociación de Escritores y Poetas Chiapanecos A.C; de la Asociación de Autores y Compositores del Estado; de la Asociación Cultural Dr. Rodulfo Figueroa; y de la Asociación de Cronistas del Estado de Chiapas, A.C. Es cronista de Acapetahua, y la Casa de la Cultura de este lugar, lleva su nombre.

Algo de su obra, un fragmento del poema ecológico

      “Estamos a Tiempo”

   Porque habían muchos peces en los ríos,
   ¡ se enojaba el hombre!;
   Porque el león y el elefante
   Eran reyes de la selva,
   ¡ se enojaba el hombre!
   Porque el venado corría en los breñales,
   Porque el tigre y la danta,
   Eran los dueños de la montaña;
   ¡se enojaba el hombre!
   Porque el mono araña vivía arriba de los árboles
   Y el jabalí atronaba los caminos,
   ¡se enojaba el hombre!

   ¡ Por todo se enojaba el hombre!;
   Porque las culebras crecían a su antojo,
   Porque las tortugas semejaban las piedras del camino,
   Porque las ardillas eran alegres y juguetonas,
   ¡se enojaba el hombre!

   Porque el armadillo y el tepezcuintle
   Vivían despreocupados,
   Porque el mapache y el conejo se multiplicaban,
   Porque la onza era astuta y veloz,
   ¡se enojaba el hombre!
   ( …..)

   Porque las iguanas comían
   A la orilla de los ríos,
  ¡ se enojaba el hombre!
   Y enojado cometió su crimen:
  Destruyó lo bello que el Señor le dio,
  Acabó los peces, ensució los ríos;
  Mató las iguanas, mató los venados
  Y mató los tigres,
  Y mató los pájaros y los jabalíes.

  Estaba enojado porque el huanacastle,
  El roble y la ceiba, el cedro y el pino
  Y la primavera,
  Se le elevaban a Dios en las alturas.
   (…..)
   Por eso tiró los robles y los huanacastles,
Y tiró la caoba, y tiró el manaco y la primavera,
Mató a los pájaros y arrancó el bejuco.

Pasaron los años, nacieron los hijos,

 Y hoy, con la mirada reprochan al
 Padre por lo que deshizo.
 No encontraron nada; tan solo
 Vestigios; no hallaron montañas,
 Ni selvas, ni ríos, solo historias viejas
 De todo lo hermoso que un día
 Dios hizo.

 Ahora está solo, camina en silencio,
Por viejos caminos, de polvo y de sol,
Contempla su crimen que espanta y
Aterra, y así en su locura promete a 
La tierra empezar de nuevo
Con fe y con amor.
(….)
 Todos somos uno; luchemos unidos
Con fe en el mañana, sin dolor ni llanto,
¡Limpiemos los ríos!, ¡hagamos montañas!
¡Cuidemos la fauna!

Tú no te enojabas, no sientas vergüenza,
Pero nunca olvides que todo este crimen,
¡Ha sido producto… de nuestra inconsciencia!