Es un hongo de temporada que aparece en los meses de lluvias, principalmente entre julio y agosto
KARLA GÓMEZ NOTICIAS

La cocina tradicional mexicana se sostiene en gran medida gracias al conocimiento transmitido de generación en generación. En este camino, la voz de mujeres como María Elena Jiménez Tevera resulta fundamental, pues en sus relatos y prácticas se resguarda un saber profundo sobre la naturaleza, el campo y la alimentación comunitaria. Uno de los ejemplos más claros de este legado es la recolección y consumo del hongo conocido como Moni, un alimento poco difundido, pero lleno de historia, sabor y cuidado.
El Moni es un hongo de temporada que aparece en los meses de lluvias, principalmente entre julio y agosto. Sin embargo, como explica María Elena, la abundancia depende directamente de la calidad del agua caída: “este año no llovió como debía, por eso la cosecha no fue la mejor”. Recolectarlo no es una tarea sencilla; existen técnicas que deben respetarse para evitar riesgos, pues no se trata de arrancarlo de cualquier manera ni de introducir la mano sin precaución. El hongo se busca uno por uno, con paciencia y respeto por la tierra que lo ofrece. Así, cada pieza obtenida es símbolo del trabajo campesino y del equilibrio con la naturaleza.
En el pueblo, el consumo de este hongo tiene un doble valor: por un lado, alimenta a las familias con platillos tradicionales; por otro, se convierte en sustento económico para muchas mujeres, quienes lo venden entre compañeras o en mercados locales. María Elena recuerda que lo aprendido proviene de los abuelos y de los padres, y que ahora la responsabilidad es enseñar a los hijos para que esta tradición no se pierda. Reconoce que la nueva generación busca lo “más fácil”, pero insiste en que lo auténtico requiere esfuerzo, paciencia y respeto por los ciclos de la tierra.
El Moni no se cocina solo: suele acompañarse de maíz, chile, jitomate o hierbas locales, ingredientes básicos de la cocina campesina. De esta manera, cada platillo es resultado de un proceso comunitario donde el campesino, con sus manos, cosecha lo que será la base de la alimentación. María Elena invita a valorar el trabajo detrás de cada recolección: “hay que pagar el precio justo, porque cuesta mucho recolectarlo; no se trata de dinero, sino de reconocer que gracias a los campesinos podemos comer”.
Así, la voz de María Elena Jiménez Tevera nos recuerda que la “comidita tradicional” no es solamente un acto culinario, sino un entramado cultural que une al campo, a la familia y a la memoria colectiva. El hongo Moni se convierte en metáfora de resistencia, de identidad y de amor por la tierra, donde cada platillo es también una lección de vida que viaja del pasado al presente, con la esperanza de no perderse en el futuro.
FOTO: KARLA GÓMEZ
PIE DE FOTO: El hongo Moni se convierte en metáfora de resistencia, de identidad y de amor por la tierra.