Elena Garro, cuentan la historia de un pueblo llamado Ixtepec

Isabel Nigenda
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La primera novela de la novelista mexicana Elena Garro, “Los recuerdos del porvenir”, publicada en 1963, ha sido traducida a varios idiomas, incluyendo inglés y francés. Fue aclamada como «una de las creaciones más perfectas de la literatura latinoamericana contemporánea» por Octavio Paz, y ganó el Premio Xavier Villaurrutia en el mismo año. Sin embargo, Garro nunca tuvo la intención de ser escritor. Escribió la novela como un homenaje a su infancia en Iguala y a los personajes que admiraba, después de un momento difícil en su vida cuando estaba enferma y se sometía a un tratamiento con cortisona.
En una carta a su amigo Emmanuel Carballo en 1980, Garro reveló que había guardado la novela en un baúl durante muchos años junto con algunos poemas que había escrito a Adolfo Bioy Casares, «el amor loco de mi vida». No fue hasta 1960 que su hermana Estrellita recuperó el baúl de un hotel en Nueva York donde Garro lo había dejado y lo llevó a Francia. La novela se quemó parcialmente, pero Garro logró repararla y se publicó gracias a Octavio Paz, quien quedó impresionado con ella.
Emmanuel Carballo, el único intelectual mexicano que escribió sobre la novela en ese momento, dijo que Garro había perdido interés en escribir y había quemado algunas de sus obras, incluyendo Los recuerdos del porvenir. Paz lo rescató del incendio y lo llevó a la editorial Joaquín Mortiz para su publicación. La novela es considerada una obra maestra del realismo mágico y una obra única en la literatura mexicana que no ha sido superada en calidad desde su publicación. Los personajes de Garro, ocupados con sus recuerdos, son olvidados en el presente, haciendo de la novela una reflexión conmovedora sobre el paso del tiempo.
“Los recuerdos del porvenir” cuenta la historia de un pueblo llamado Ixtepec, ubicado en el estado de Guerrero en México, a través de los ojos de una niña. La novela explora temas como la memoria, la historia, la política y la identidad.
En la novela, Garro utiliza técnicas de realismo mágico para crear una atmósfera surrealista y fantástica que se combina con elementos realistas e históricos. A través de su prosa poética y evocadora, Garro transporta al lector a un mundo de sueños y fantasías, pero también de dolor y sufrimiento.