Karla Gómez NOTICIAS

La exposición Derivas de la forma escultórica: irrupción y densidad, actualmente abierta en el Museo de Arte Moderno (MAM) de la Ciudad de México, ofrece un recorrido profundo y enriquecedor por casi cien años de producción escultórica nacional. Reuniendo más de 40 obras de 38 artistas, la muestra —curada por Katnira Bello y Silverio Orduña— se convierte en una experiencia de exploración estética, histórica y conceptual que no sigue una línea cronológica, sino que se organiza en torno a cuatro ejes temáticos que permiten al público establecer vínculos, tensiones y diálogos entre piezas, técnicas y contextos.
Desde la contundente sencillez de Hombre con sarape y sombrero (ca. 1935) de Mardonio Magaña hasta las obras más abstractas y experimentales de las últimas décadas, esta exposición refleja la riqueza del lenguaje escultórico mexicano. Destaca la presencia de Mathias Goeritz, cuya pieza La ciudad sin fin. Homenaje a Frederick Kiesler (1961) abre la exposición, mientras que La serpiente eco (1956) se encuentra en el renovado Jardín Escultórico del MAM, que también forma parte esencial del recorrido.
El primer eje, Aproximaciones materiales, revisa el uso y la transformación de materiales a lo largo del tiempo, desde lo tradicional —como la madera tallada en Mujer (1964), de Elizabeth Catlett— hasta el cobre y latón martillado en Monstruo marino (1988), de Ana Pellicer. A su vez, obras como Oda a las cuatro estaciones (1979) de Helen Escobedo muestran cómo los materiales también dialogan con la abstracción.
En Exploraciones de la forma, se evidencia el tránsito del arte figurativo hacia nuevas formas escultóricas, destacando pequeñas piezas como La victoria (1935), de Luis Ortiz Monasterio, y Montaña (1973), de Ángela Gurría, que ejemplifican el debate entre lo simbólico, lo geométrico y lo corporal.
El eje Producción de espacio reúne obras que transforman o desafían el entorno, como Ciudad luminosa (2010), de María Lagunes, cuya estructura translúcida modifica la percepción del espacio con la luz. A su alrededor, obras de Diego Pérez, Aurora Noreña y Jesús Mayagoitia plantean nuevas formas de ocupación escultórica.
Finalmente, Cuestionamiento del medio empuja los límites de lo que consideramos escultura. Arquitecturas (2023), de Manuel Velázquez, por ejemplo, reflexiona sobre el pasado y el futuro a través de formas miniaturizadas que evocan construcciones antiguas y utópicas.
La exposición, vigente hasta el 28 de septiembre, no solo invita a observar, sino a sentir, recorrer y cuestionar la evolución de la escultura en México. En un montaje abierto, sin barreras visuales, el público se encuentra con una conversación continua entre épocas, estilos y materiales. Derivas de la forma escultórica se posiciona así como una experiencia imprescindible para comprender la diversidad y profundidad del arte tridimensional mexicano.
Foto: Karla Gómez
Pie de foto: Derivas de la forma escultórica se posiciona así como una experiencia imprescindible para comprender la diversidad y profundidad del arte tridimensional mexicano.